lunes, 26 de octubre de 2009

Cuentos californianos


Cuentos californianos
Bret Harte
Navona, 2009
106 pp.

El Oeste de Cuentos californianos es un Oeste real, aunque deliberadamente exagerado en el deseo de agudizar los caracteres de los personajes, de forzar las aristas de las situaciones y de introducir un fondo de ironía y de humor....


Bret Harte
Navona, 2009
106 pp.





Los Estados Unidos son, por tamaño, casi un continente. Y si además del espacio, le aplicamos la escala del tiempo, podemos pensar que son un mundo. De toda la literatura que se escribe sobre ellos son tantos los puntos de vista y los ángulos desde los que toman posición los autores que parece no haber límites a los enfoques y a las miradas.

Con Cuentos californianos le toca el turno a al Oeste: al Oeste que conocemos por las películas y que nos llega matizado por las exigencias del cine. El Oeste literario del libro que nos ocupa tiene mucho que ver con el de Hollywood. Y se diría que por lo que tiene de caricatura ha sido fuente de inspiración para muchos de los que, a través del celuloide, han querido acercarse al tema. Pero qué duda cabe de que el Oeste de las páginas de Cuentos californianos es un Oeste real, por la época en la que se escribe, aunque deliberadamente exagerado en el deseo de agudizar los caracteres de los personajes, de forzar las aristas de las situaciones y de introducir un fondo de ironía y de humor.

Bret Harte, el autor, fue un escritor de éxito. No de un éxito relativo. Sus historias –las historias que recoge Cuentos californianos- fueron auténticos best sellers y él se convirtió en escritor famoso, reconocido y bien pagado. Su secreto fue el de llevar a la América urbana, las historias lejanas, aunque muy recientes en el tiempo, que hablaban de un país en plena expansión, empeñado en conquistar nuevos territorios con uñas y dientes.

Su visión está llena de picardía y ahí estuvo la clave del éxito. Como todas, la sociedad americana era, desde muchos puntos de vista, rígida, moralista y puritana. Y al mismo tiempo se las arreglaba para construir un futuro sobre las bases totalmente opuestas de la tolerancia, el sentido práctico y el interés de cada cual. Los americanos de la época, rectos y temerosos de Dios, sabían que hay que tomar distancia y a la vez convivir con la realidad y que ese ten con ten se basa en hacer la vista gorda.

Bret Harte con su aproximación sincera, afectuosa, inteligente e irónica podía servir la realidad de las tierras de frontera no sólo de manera aceptable sino bien aceptada. Los personajes de sus historias son tipos duros, poco educados, ásperos y casi todos situados más allá de esa línea que bordea la legalidad de los hombres y la de Dios. Jugadores, mujeres de la vida o simplemente mujeres, mineros, jueces y autoridades… todos están marcados por una especie de ley de la selva que lo mismo sirve para despedazar al otro que para convivir en un mundo inestable y sin embargo cordial y a veces incluso bien intencionado.

Cinco cuentos, componen las historias del libro. Todos distintos y todos parecidos, de modo que el lector se familiariza pronto con los personajes. Bien escritos, de lectura fácil, con una trama ingeniosa son escenas de la vida que parecen congelar anécdotas y situaciones en torno a las que actúan un elenco de personajes que podrían intercambiarse de un cuento a otro.

Y aquí está probablemente la explicación de lo relativamente corta que acabó siendo la gloria del autor. Contemporáneo de Mark Twain, al que conoció y con el que colaboró, Bret Harte a pesar de su extraordinaria fama declinó como escritor y terminó, como hombre inteligente y culto que era, ejerciendo de diplomático. Sus personajes, llamativos por su carácter basto son sin embargo planos. Sus cuentos, llenos de gracia e ingeniosos, acabaron repitiéndose y perdieron con el tiempo el atractivo de la novedad y el favor del público. El brillo inicial de la caricatura que supo dibujar Harte no pudo prolongarse indefinidamente porque personajes y situaciones no alcanzaron a evolucionar para ganar en profundidad y adquirir la energía que les hubiera permitido mantenerse en vida.

Los cuentos que recoge Cuentos californianos pertenecen a los más afortunados del autor y son los que le dieron un éxito extraordinario. Su lectura todavía hoy resulta divertida y aproxima de manera muy informal a las raíces de estos Estados Unidos bipolares donde conviven lo más avanzado junto a la nostalgia del viejo Oeste sobre el que se fundó buena parte del país.

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