domingo, 6 de febrero de 2011

Calle Amazonas. De Manaos a Belém por el Brasil olvidado


Calle Amazonas
Bernardo Gutiérrez
Altair, 2010
198 pp.

Equipado con un cuaderno de notas, una cámara de fotos –profesional- y con tiempo por delante, Bernardo Gutiérrez se sitúa en la Amazonia y nos la cuenta. Oficio tiene para ello...



Bernardo Gutiérrez
Altair, 2010
198 pp.





Equipado con un cuaderno de notas, una cámara de fotos –profesional- y con tiempo por delante, Bernardo Gutiérrez se sitúa en la Amazonia y nos la cuenta. Oficio tiene para ello. Es periodista y viajero. Ha publicado en Nacional Geographic, en Geo, en El País, en La Vanguardia… hasta en Playboy. Y ha vivido cuatro años en Brasil. No es pues un recién llegado al mundo de la escritura ni a ese otro mundo vital y rico en paisajes, en gentes y en historia que es el gigante brasileño.

Todo lo que rodea al Amazonas está envuelto por el mito. El río es el más largo del mundo. Sí, sí. Bernardo nos lo cuenta, porque no hace mucho, los cartógrafos descubrieron que su nacimiento estaba en un lugar distinto del que se creía y desde su nuevo origen añade suficientes kilómetros a su curso como para ponerse en el primer puesto del ranking mundial. Bien. Río largo, caudaloso, rodeado de selva, lleno de vida, desconocido, impenetrable e inexplorado en algunas de sus regiones, dueño de una riqueza a ojos vista y de tesoros no desvelados aún, pero que se suponen inmensos, el Amazonas está rodeado de un halo que hace difícil distinguir donde acaba la imaginación de los hombres y donde empieza la realidad de la imagen que nos llega.

Por ello Bernardo Gutiérrez se propone borrar la amazonia ficticia y esforzarse por contarnos lo que hoy es. Quiere bajarnos del cómodo sillón de espectadores de una selva literaria e idealizada para devolvernos a la realidad. “La selva no es tan solo un santuario de la biodiversidad. Es mucho más. Principalmente, el hogar de millones de seres humanos.” Y para ello, emprende un recorrido que empieza en Manaos para terminar en Belém, a orillas del Atlántico, embarcando en naves grandes y chicas, incómodas casi todas, y deteniéndose en los más diversos lugares para conocer rincones y gentes que el viajero no suele encontrar en los recorridos turísticos.

Manaos es el origen, porque es la gran capital y porque está en el imaginario que todos tenemos de esa relación entre la mayor masa de verde y de agua dulce del planeta, la mano del hombre y la ambición por dominar la naturaleza. Sirve para hablar del pasado y del presente. Y para advertir de los quiebros de la historia que sin avisar apenas conduce a la mayor opulencia, lo mismo que a la ruina y busca caminos inéditos como el de la alta tecnología para dejar de extraer madera y sacar, en cambio, de la selva chips, motocicletas y software.

Pero Manaos, su espléndido teatro y los ecos de Fitzcarraldo son sólo el principio. Tras él se desarrolla un largo viaje que da pie a hablar de muchas cosas más, siempre con el tono real de la experiencia vivida y del testimonio de lo que cuentan –y de lo que callan- las personas que se van encontrando a lo largo de los días y de las sucesivas etapas.

La matanza –por millones- de indios que acompañó a la colonización de la Amazonia surge tras rascar sólo un poco en la memoria. Los mitos indígenas y la indigencia absoluta en que vivieron algunas tribus, los intentos de interpretación de los blancos que vinieron de fuera, con resultados y con intereses tan diversos: Levi Strauss, por el lado académico, Casaldáliga comprometido, optimista y solidario, las instituciones, provisoras en origen y criminales con el paso del tiempo después de asociarse a intereses perversos… van encontrando hueco en las páginas del libro

La vida en la Amazonia ha cambiado a pasos agigantados y la cultura urbana ha planchado las formas tradicionales a una velocidad y con una contundencia inapelables. En mitad de la selva, lejos de la ciudad, las camisetas ‘urbanitas’, los piercings, las crestas punkis, las bolsas de basura y la música a todo volumen de nuevos grupos a la moda se mezclan con el mensaje de las sectas evangelistas y contribuyen a la extinción de una cultura que estuvo viva hasta hace muy poco tiempo.

“El primer contacto (con la civilización) para muchas tribus indígenas significa una hecatombe.” Pero Calle Amazonas, no es un libro que se deje llevar por la catástrofe, ni melancólico. Cuenta esta hecatombe sin dejarse arrastrar por ella porque habla además de la vida y de cómo ella descubre nuevos cursos a medida que el entorno va penetrando las fronteras, en el pasado impermeables, que hacían de la Amazonia un mundo poderoso y aparte.

Calle Amazonas es un excelente libro de viajes y un testimonio singular de la realidad que surge en torno al gran río brasileño. Es un relato con opinión que ayuda a entender ese mundo poco visible y en evolución que es la Amazonia y que se desarrolla dentro de ese otro mundo lanzado hacia el futuro que es Brasil. Quien sienta curiosidad, nostalgia o interés por acercarse al Amazonas llevado de la mano de un guía bien dispuesto y buen conocedor de lo que habla, tiene ahora con Calle Amazonas la mejor ocasión de satisfacer sus deseos.

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