martes, 31 de mayo de 2011

Leche derramada


Leche derramada
Chico Buarque
Salamandra, 2011
187 pp.

Chico Buarque es una de las estrellas del panorama cultural de Brasil. Leche Derramada es su última obra y en ella vuelve a demostrar su talento...


Chico Buarque
Salamandra, 2011
187 pp.





Chico Buarque es una de las estrellas del panorama cultural de Brasil. Músico aclamado, se lanzó a la literatura donde ha cultivado poesía, teatro y novela con éxito. Leche Derramada es su última obra y en ella vuelve a demostrar su talento.

El escenario es Brasil y la historia sigue el devenir de una vieja familia de patricios, asentados en la política, ricos propietarios y a punto de extinguirse porque el relato se sostiene sobre la memoria de un hombre, anciano y sin futuro ya.

Un Brasil que se fue, opulento, melancólico muchas veces, se despliega en una sucesión de recuerdos que se solapan, se contradicen ligeramente a veces, tratan de sobreponerse a las sombras que todo pasado encierra y que van descubriendo el mundo en que vivieron varias generaciones.

Es el mismo Brasil que del que nos habla Jorge Amado, por poner un ejemplo. Pero nada es más distinto. No hay aquí la voluptuosidad mestiza que transpira la presencia de una mujer, su piel, su voz, sus movimientos. Poco transmite al lector esa temperatura que nace del erotismo que envuelve el ambiente de raíces africanas. Nada despierta la sensación de confusa vitalidad del trópico que sostiene el desarrollo de otras novelas.

Leche derramada es una novela blanca y urbana. Se ordena en una sucesión de capítulos cortos que son para el lector pequeños sorbos de realidad que unen pasado y presente. Pasado hecho de recuerdos, de escenas de familia, de emociones, de excesos… y presente incómodo, sin esperanza alguna, que se permite el reproche y que, desde la altura que supone llegar al final de la vida, permite también hablar sin vergüenza y sin la obligación de atenerse a convenciones.

Un hilo de humor está presente en todo el relato y aparta la novela de cualquier sentimiento trágico, porque resulta que la mente es astuta y el soliloquio de ese viejo desahuciado tiene muchas más vueltas que las que la situación hace suponer. Eulálio, en la cama de un hospital decrépito habla con su hija casi tan vieja como él. Pero con quien habla en la realidad es consigo mismo. Y de lo que habla es de un pasado y un presente que hace a su medida, lo adapta y moldea para encajarlo en un guión que no tiene por qué ser fiel del todo a los hechos. ¿No es cualquier realidad una construcción mental? Pues la de Eulálio lo es también y juega maliciosamente con ello para hacer un discurso socarrón, desesperado y vital al mismo tiempo y que se precipita a veces, para regocijo del lector, en un mundo de fantasía que va alimentando el disparate y permitiendo incorrecciones del más diverso orden.

Buena literatura, éxito de crítica y lectura amenísima es lo que ofrece Leche derramada. Sin duda, merece la pena dejarse llevar por esta particular visión de Brasil y de ese mundo aristocrático y arruinado que nos propone.

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lunes, 23 de mayo de 2011

Torres de piedra


Torres de piedra
Wojciech Jagielski
Debate, 2011
350 pp..

Torres de piedra es un libro esclarecedor en un conflicto no cerrado y confuso que mira a Chechenia pero alcanza mucho más allá: a toda la región. Es un libro estremecedor ...

Wojciech Jagielski
Debate, 2011
350 pp.






Entre el mar Caspio y el mar Negro una barrera natural obstruye un camino igualmente natural que une Asia y Europa. Por él pasaron invasores y entre valles y montañas se asentaron pueblos diversos agarrados a la tierra con uñas y dientes, celosos de su espacio, amenazados por sus vecinos y protegidos por una geografía complicada, dividida en parcelas donde tradiciones y particularidades fueron creando culturas y naciones diferentes.

Avaros, lezguinos, osetios, chechenos, abjacios, ingusetios … quedaron entre fronteras de repúblicas a las que dieron nombre otros pueblos que se mezclaban con los primeros y que daban lugar a una sopa de comunidades imposible de recordar: daguestanos, kabardinos, cherkesios, balkarios, karachais y rusos, también rusos. Hablamos, por supuesto, del Cáucaso.

Al igual que los Balkanes, el Cáucaso ha sido -es- tierra de fronteras y ha heredado hoy el dudoso privilegio de lidiar con la fragmentación de los pueblos y sobre todo del suelo donde se asientan. La imagen convulsa de la tierra producida por el movimiento de su corteza y por los terremotos que genera sirve para visualizar el Cáucaso donde el colapso del imperio soviético y los movimientos en el mundo musulmán han roto el precario equilibrio en el que se sostenía, con réplicas sucesivas, todas ellas cruentas e inciertas.

La guerra, las guerras, en realidad, en Chechenia han sido el gran drama en la región, el volcán de violencia extrema que ha conmovido los cimientos de toda el área, ha movilizado toda la capacidad destructiva de rusos y chechenos y ha abierto el bote donde los viejos y peores demonios de todas las partes enfrentadas se habían encerrado bajo el modelo de convivencia sostenido por Rusia.

¿Quién llevaba razón en el conflicto? ¿Quién prendió la cerilla? ¿Quién impidió una solución pacífica? ¿Por qué la bulliciosa y activa Grozni quedó tan hecha añicos, tan arrasada, que su imagen sólo es comparable a la Hiroshima después del desastre nuclear?

Wojciech Jagielski se atreve con el tema porque justamente no da respuesta a tantas preguntas. Es un periodista estrella del más prestigioso periódico polaco. Y ser polaco, en un entorno con fuerte presencia rusa, da, sin duda, ventajas a la hora de asomar la cabeza y enterarse de lo que pasa. He dicho periodista estrella para referirme a un hombre con prestigio, bregado en temas difíciles. Nada que ver con un señorito, porque su testimonio sobre Chechenia durante los tiempos de guerra, colado de matute por las fronteras, con aviones y artillería pesada bombardeando y con tropas corruptas y crueles habituadas al secuestro, incluso de periodistas, para sacar tajada, era todo menos sencillo.

Wojciech Jagielski lo dice con claridad: “Conseguir ser testigo de un suceso de principio a fin no resulta nada fácil y menos aún contemplarlo desde ambos lados de la barricada, tener una visión completa del hecho.” Al autor le preocupa más que su supervivencia la neutralidad, el no dejarse llevar por las razones de uno de los lados de la contienda. Y seguramente lo consigue porque su mirada apunta más hacia el lado humano que hacia el político o el histórico. Procura no dejarse llevar por la lista de cuentas pendientes de unos sobre otros e intenta reflejar la guerra en su presente, en lo que ve, en cómo vive la gente, en cómo ha visto a los líderes a quienes toca gobernar y decidir, a lo que cuentan de los guerrilleros, a los atropellos que sufre una población civil donde maridos, padres e hijos están en la montaña pegando tiros a los mismos pelotones rusos con los que hay que pactar para que hagan la vista gorda y dejen que la vida siga.

Una excelente explicación de lo que fue para los pueblos del Cáucaso la caída del imperio soviético, del cambio que para la juventud supuso la desaparición de Rusia como espejo de la modernidad, la llegada de los valores islámicos patrocinados por el radicalismo árabe, el desconcierto de los viejos musulmanes desacreditados por esos radicales que llegaron de la campaña en Afganistán, la dificultad de distinguir entre amigos y enemigos y finalmente la explosión de la violencia son los temas que introducen a una guerra y que dibujan desde distintos ángulos una realidad empujada hacia el desastre.

Torres de piedra es un libro esclarecedor en un conflicto no cerrado y confuso que mira a Chechenia pero alcanza mucho más allá: a toda la región. Es un libro estremecedor como todos los que entran en el corazón de la violencia y la exponen con claridad. No es un libro de buenos y malos, es en buena parte un libro de malos porque nadie tiene las manos limpias. Hubiera sido fácil decantarse por los más débiles, pero hasta ellos, además de víctimas, aparecen como responsables de su trágico destino. Es un libro, en definitiva, que hay que leer y que invita a la reflexión.

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martes, 17 de mayo de 2011

Solo en el mundo


Solo en el mundo
Hisham Matar
Salamadra, 2007
253 pp.

El clima revuelto en los países árabes y más concretamente en el norte de África obliga a hablar de 'Solo en el mundo', uno de los escasísimos libros en español que hacen referencia a Libia...


Hisham Matar
Salamadra, 2007
253 pp.





El clima revuelto en los países árabes y más concretamente en el norte de África obliga a hablar de Solo en el mundo, uno de los escasísimos libros en español que hacen referencia a Libia.

Cuenta, desde la mirada de un niño, la vida en Trípoli condicionada por la cruel opresión del régimen de Gadafi sobre aquellos que intentaban oponer algún género de resistencia a su política.

El autor, Hisham Matar, libio residente en Londres, sabe de lo que habla, porque él mismo sufrió el ambiente y las represalias que rodearon a las familias no adictas al régimen. Con su padre, diplomático, tuvo que refugiarse en Egipto y tuvo que soportar la angustia de la incertidumbre cuando los servicios secretos egipcios entregaron a sus colegas libios al padre del que prácticamente no se supo más.

La vida en Trípoli en el seno de una familia acomodada, es el escenario en el que discurre la novela. La mirada ingenua de Solimán va trazando la imagen de la cotidianidad. Las salidas en coche con la madre para ir de compras, los negocios del padre, comerciante próspero, las familias vecinas, los amigos de la calle, el tedio alimentado por el calor implacable de las horas de sol componen el lado amable del relato. Pero junto a él se desarrolla también un mundo oscuro cuyo peso y cuyas amenazas acaban por apagar la atmósfera plácida y despreocupada de la mirada infantil.

El peso de la opresión de la mujer en la familia tradicional libia lastra dramáticamente la vida de la madre y nubla la de Solimán a quien envuelve una culpa difusa y una amargura a la que no se puede sustraer. Pero es la irrupción de la policía la que quiebra el pacífico equilibrio en el que se desarrolla la vida de Solimán. La seguridad que envuelve al mundo familiar desaparece y con ella se disuelve la confianza en si mismo y en los demás. Todo se viene abajo. Las relaciones con amigos y con los no amigos se trastocan y las rutinas y fidelidades naturales se ponen en cuestión porque ya nada es comprensible y porque en la confusión hay que rehacer los apoyos para sobrevivir a la perspectiva de un entorno que se derrumba. Ingenuo y niño todavía Solimán debe nadar en el remolino en que se ha convertido su vida donde aparecen ahora personajes malcarados y peligrosos, hombres armados que registran la casa y que representan un mundo para él desconocido, con sus propias claves y en el que debe vivir.

Solo en el mundo fue la primera novela de Hisham Matar y un éxito de crítica. Se elogió la fluidez la escritura, el desarrollo de la trama, la extraordinaria sensibilidad en el manejo de las emociones y también de los conflictos que nacen de esa situación perversa en la que ha vivido durante tantos años Libia.

Quien al filo de las noticias, desee ir más allá del embrollo político y de los partes militares, encontrará en Solo en el mundo una lectura insustituible.

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lunes, 9 de mayo de 2011

Purga


Purga
Sofi Oksanen
Salamandra, 2011
381 pp.

Estonia en 1992 es el escenario de la novela de Sofi Oksanen. Una Estonia rural, oscura, que acaba de recuperar la independencia pero sujeta aún a los restos del vacilante imperio soviético...


Sofi Oksanen
Salamandra, 2011
381 pp.





Ha caído el muro de Berlín hace muy poco y todo el Este europeo emprende el camino de reencuentro con sus libertades. Estonia en 1992 es el escenario de la novela de Sofi Oksanen. Una Estonia rural, oscura, que acaba de recuperar la independencia pero sujeta aún a los restos del vacilante imperio soviético y a la condición de tierra de frontera que ha marcado su posición entre Finlandia y Rusia.

Sofi Oksanen ha ganado con su libro el Premio a la Mejor Novela Europea de 2010, premio que no sorprenderá al lector. Capítulos cortos y una escritura fluida sirven para introducir la trama, que se va desvelando, paso a paso, a medida que aparecen distintas claves y debilitan la bruma que al principio lo envuelve todo.

Una mujer mayor, sola, que vive en una casa aislada de un pueblo en el campo, es el foco de atención de la novela que despierta cuando aparece otra mujer, joven y desconocida. A partir de este comienzo, la autora llevará al lector por los entresijos de su narración mediante sucesivos desplazamientos en el tiempo para alumbrar la historia reciente del lugar y de los personajes que en él habitan y para poner de relieve los secretos ocultos que nacieron al amparo de una situación tan traumática como la que vivió el país a lo largo del siglo XX.

La novela tiene un punto de novela negra sustentada en un trasfondo dominado por la política y por la descomposición de la política. El mundo tranquilo de una comunidad rural, sujeto a bellas tradiciones y al fluir de la naturaleza que alimenta la vida con el paso de las estaciones, se ve convulsionado por la revolución bolchevique y por la invasión alemana que decantan a un lado y a otro a la población y que la dividen creando enemigos y traidores.

La Estonia soviética, con sus utopías y sus falsedades, y con la corrupción que generó, se extiende por el mapa debido a la crueldad de las purgas que acompañaron a la era de Stalin y que llevaron hasta los confines de Siberia a partes importantes de la población. Y se amplía con el peso de las mafias que proliferaron en el solar ruso y cuyas actividades criminales parecen prosperar con impunidad en esta Estonia en curso de liberarse de la bota de los Stalin y sucesores que la oprimían.

Intriga, deslealtades, sospechas, amenazas y miedo sazonan una historia donde las pasiones, políticas y del corazón entran también en la lista de ingredientes que dan vida a la novela. Poco se publica en español que haga referencia a Estonia por esto es especialmente bien venida Purga que muchos califican de auténtica obra maestra.

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miércoles, 4 de mayo de 2011

Petits Tours. Diarios de viaje de Gonzalo Rueda por Grecia, Italia y Croacia


Petits Tours
Gonzalo Rueda
Estudiosos del tema, 2009
120 pp.

Voy a empezar por un consejo. Y es que no se priven del capricho de leer este libro, distinto, gracioso y culto...



Gonzalo Rueda
Estudiosos del tema, 2009
120 pp.






Voy a empezar por un consejo. Y es que no se priven del capricho de leer este libro, distinto, gracioso y culto.

No conozco al autor –Gonzalo Rueda- al que imagino de personalidad obsesiva y de complexión inagotable. Lo sugiere él en las páginas que escribe, pero es que de no ser así, el libro hubiera sido imposible. Estamos ante un diario de viajes dibujado, desde la primera a la última página. Dibujado a modo de tebeo, en blanco y negro, a pluma o con rotulador fino y con maestría indudable.

A primera vista se trata de un divertimento, de un cuaderno de apuntes con escenas de viaje. De un viaje personal, porque el autor, su pareja y los amigos aparecen en medio de las ilustraciones y expresan sus humores en cada momento. Los viajes son, al fin y al cabo, eso: cansancio, diversión, ganas de volver al hotel o saturación por tanto museo como se acumula a lo largo del día. Todo ello, con humor y sin ningún exceso, adereza las sucesivas escenas del periplo.


Pero enseguida se descubre que Gonzalo Rueda es un agudo observador y un magnífico dibujante. Y seguramente es un magnífico observador porque entre dibujo y dibujo el lector intuye que lo suyo es la cultura, que es un hombre interesado y familiarizado con la historia en general y la historia del arte en particular. Gonzalo Rueda no sólo dibuja, sino que elige los temas y los desarrolla con intención. Con esa intención que surge en quien es buen conocedor del terreno que pisa y que tiene la sensibilidad a flor de piel para disfrutar –para apasionarse- con lo que está viendo.

Los países que recorre no son para menos. Su cuaderno hace referencia a Grecia, Italia y Croacia. Y nos cuenta el autor, haciendo un guiño de humildad, frente a viajeros más ilustres de otros tiempos, que los suyos son los mismos viajes que en el XIX los ricos ingleses hacían en la juventud para conocer de primera mano las joyas del renacimiento y del barroco, tocar los restos del imperio romano y dejarse seducir por la luz del Mediterráneo y los aromas del romero y del tomillo en la Toscana o la Provenza. Ellos llamaban a sus viajes “the Grand Tour” y Gonzalo, alimentándose de pizzas y con mochila a la espalda, reconoce que juega en una liga más modesta, que los viajes son hoy más democráticos y que lo suyo son los “Petits Tours”.


Pero no debe engañarse el lector. “Petit Tour” y “petit livre” no implican calidad disminuida. Gonzalo Rueda dibuja ciudades y paisajes con una frescura llamativa y es un maestro en el dibujo de la arquitectura, que tanta importancia tiene en los lugares que visita y que tan bien describe la importancia del patrimonio artístico en los tres países de los que habla. Templos antiguos, el exterior de iglesias, su interior, detalles de esculturas o de pinturas, calles y plazas, vistas de ciudades enteras se aglomeran, se mezclan y se dispersan también en las páginas del libro que se desarrolla a medida que se desarrollaron los viajes del autor. Y todas estas imágenes surgen al mismo tiempo que surge un texto –escrito en rotulador, lo mismo que los dibujos- que da cuenta de aspectos relevantes de cada lugar.

He dicho más arriba que había que leer el libro y lo he dicho con intención, porque el primer impulso es el de mirar solamente. El de dejarse arrastrar por las imágenes. Pero los textos, sucintos, tienen importancia porque desvelan los registros que ordenan la mirada del autor y administran su interés. Son textos casi ‘orales’, inmediatos y por ello mismo espontáneos, a menudo con un toque de humor y muchas veces con un fondo casi académico que nos hace ver que a pesar del formato próximo al tebeo, no estamos ante una versión frívola del relato de viajes sino ante un ejercicio creativo, inteligente, fresco y reflexivo con el que el lector disfrutará y pasará un buen rato de entretenimiento.

Sólo un último apunte antes de terminar. Lo mismo que el Off Off Broadway servía para designar un circuito secundario para obras que no llegaban a las salas de teatro más importantes Petits Tours está en la misma onda ‘indie’ que significa que es difícil de hallar en las librerías. Merece la pena buscar allí donde lo haya y no perder la ocasión cuando se encuentre, para tenerlo entre las manos, ojearlo, leerlo, aprender y gozar de él.

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