lunes, 21 de noviembre de 2011

África en 10 palabras. Mi manual de supervivencia en la jungla de asfalto

África en 10 palabras

Jordi Serrallonga
Plataforma editorial, 2011
159 pp.

¿Viajar para qué? Las respuestas pueden ser muy variadas. Pero para Jordi Serrallonga una de estas respuestas es: para aprender a vivir allí donde uno vive normalmente...



Jordi Serrallonga
Plataforma editorial, 2011
159 pp.





¿Viajar para qué? Las respuestas pueden ser muy variadas. Pero para Jordi Serrallonga una de estas respuestas es: para aprender a vivir allí donde uno vive normalmente.

Bueno, aclaremos las cosas. Quienes siguen a Serrallonga saben que visita con regularidad África en su papel de arqueólogo. Su interés es, en primer lugar, científico. Trata de encontrar los rastros del pasado. Pero resulta también que el lugar donde uno trabaja acaba por convertirse en un entorno familiar. Un entorno que con el tiempo se conoce profundamente y que suscita en quien las vive un sinnúmero de experiencias que acaban por dejar huella. Jordi Serallonga no esconde la huella que África ha marcado en él. Al contrario, la examina y extrae de ella las lecciones que para un hombre moderno, hecho, como él dice, a la ‘jungla de asfalto’ se derivan.

Serrallonga cuando ve África mira, en realidad hacia atrás. Los historiadores suelen hacer lo mismo, pero están más cerca del presente. Serrallonga, como arqueólogo, dilata su espacio temporal para extenderlo hacia el pasado siglos y siglos. Y por ello mismo, en lugar de detenerse en los accidentes se acerca a las esencias, a las grandes verdades que constituyen la realidad de los hombres y de las sociedades. Va a las raíces. Busca aquello que está en la base y que el tiempo modifica para dar la apariencia de diversidad.

África en 10 palabras es eso. Es la esencia de un continente a partir de diez palabras que definen toda su sabiduría. Que representan la expresión más sintética de su ADN. Aquellas que permiten seguir el hilo a una forma de vida que arranca con la aparición del género humano.

Gracias, hola, lo siento, mujer, hombre, agua… así hasta diez, son los nombres en nuestro idioma de los capítulos del libro que reflejan realidades que todos conocemos bien. Pero que en África tienen otros significados, distintos de los nuestros, porque la vida allí es también distinta y recoge experiencias, necesidades y aspiraciones que nosotros no vemos, que hemos perdido, que están fuera del alcance de nuestra sensibilidad. Pero no se trata de significados ajenos. Contienen los valores de estos abuelos que son, para el hombre ‘civilizado’, los viejos africanos que no perdieron el contacto con sus orígenes.

¿Valores obsoletos? Para Serrallonga no. Más bien valores arrinconados por la evolución que han sufrido a lo largo del tiempo las formas de vida humanas en su búsqueda de subsistencia y de progreso. Pero valores cargados de sentido, aleccionadores y positivos para la convivencia incluso en la ‘jungla de asfalto’ en la que vivimos.

Hay en África en 10 palabras la eterna contradicción entre tradición y progreso. Serrallonga no la evita y se sitúa en muchas ocasiones al borde de la utopía, en ese terreno próximo al mito del buen salvaje que nos habla del pasado como de un paraíso perdido. Pero justamente se aproxima a esta línea para acercarnos a una sabiduría propia de los primeros humanos que hemos perdido de vista y que es preciso conocer. Y también para plantear la dificultad que supone la adaptación de las sociedades más antiguas a la imposición de esa cultura invasiva e inapelable que es la del ‘progreso’.

En África en 10 palabras el arqueólogo escribe, codo con codo, junto al hombre. Habla de respeto y de sentimientos. Expresa gratitud hacia los valores que vienen de antiguo y hace una llamada a terminar de una vez con la vieja costumbre de seguir ‘considerando a los africanos más como primitivos salvajes –capaces de meter en la olla al buen explorador blanco- que como personas capaces de organizar, para bien o para mal, su propio destino.’

África en 10 palabras se convierte así en un libro para la reflexión, una reflexión saludable que recuerda al lector que también es un poco africano y que debiera, para conservar su humanidad, aproximarse a sus orígenes y mirarse, de vez en cuando en África como si fuera un espejo.

No hay comentarios: