miércoles, 2 de noviembre de 2011

Chowringhee

Chowringhee

Sankar
Seix Barral, 2011
539 pp.

Calcuta, a mediados de siglo XX. Este el escenario en el que se desarrolla esta novela, que fue un éxito editorial en la India y está siendo recibida ahora, con alborozo, en occidente...



Sankar
Seix Barral, 2011
539 pp.





Calcuta, a mediados de siglo XX. Este el escenario en el que se desarrolla esta novela, que fue un éxito editorial en la India y está siendo recibida ahora, con alborozo, en occidente. Cuenta la solapa del libro que el autor, con unos cuantos best sellers en su haber, es uno de los novelistas más leídos en la India contemporánea.

Sin duda, Calcuta da materia para novelas de tono y contenido muy distintos. El drama viene enseguida a la mente, pero está claro que hay una raza de escritores indios a quienes el desparpajo les puede, por encima de todo lo demás, y el humor es la clave con la que se sienten cómodos a la hora de dar vida a sus ficciones.

Sankar es en este libro uno de ellos y apuesta por un tono pícaro para contar las andanzas del protagonista, un joven empleado de oficina que pierde el trabajo y ha de buscarse la vida en un entorno inhumano y amenazador.

¿Una tragedia? Nada de eso, porque la vida cuando se mueve a ras de suelo evita los sentimentalismos y obliga a espabilar para salir del atolladero. Y el autor, colaborando con la vida, inventa soluciones y se busca artificios para que la acción discurra por cauces que invitan mucho más a la sonrisa que a las lágrimas.

Por supuesto, a nuestro atribulado personaje lo persigue la desgracia. El mundo es arisco para él y aprieta pero no ahoga. Y justamente, en ese acontecer de las cosas, donde siempre hay escapatorias que ayudan a sobrevivir (a veces casi milagrosas) es donde nuestro hombre, joven, ingenuo y dotado de bondad natural, descubre una filosofía de la vida. Descubre el camino de la ‘maldad’.

“Estaba solo en este mundo egoísta y la única manera de seguir mi propio camino era a través del ingenio y la astucia (…) Jamás sería invitado de honor a esos alegres festejos de la vida, de modo que tendría que colarme por la puerta de atrás”.

Y Sankar cuela a su personaje por la puerta de atrás en el opulento mundo del lujo y de la riqueza poniéndolo tras el mostrador de la recepción del más elegante hotel de Calcuta. Clientes ricos que van y vienen, cargados con sus manías y sus historias, componen el nuevo paisaje que se abre ante sus ojos, además de un plantel de compañeros de trabajo, todos ellos cargados, también, con una buena dosis de extravagancia.

Los ingredientes están sobre la mesa para cocinar con ellos las situaciones más absurdas. Más que los incidentes propios de la vida en un gran hotel son los líos propios de la vida misma los que se enredan ante los ojos de nuestro hombre, lo involucran y crean mil y una situaciones con sus respectivas dosis de humor. La India desfila, así, ante el lector, y compone una comedia, donde los personajes se ríen de sí mismos. El mundo de Calcuta se hace caricatura y los duelos se convierten en regocijo.

Chowringhee es el barrio elegante donde se asienta el hotel Shahjhan que para su novela ha construido Sankar. Un microcosmos por el que asoman retazos de la ciudad entera y de mucho más allá. Quien desee acercarse a la India con la falta de rigor que lleva consigo la picaresca y la falta de complejos que demuestra el autor deberá dirigir sus pasos a Chwringhee con la seguridad de que pasará un buen rato entretenido en la lectura.

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