lunes, 5 de diciembre de 2011

La casa de la araña

La casa de la araña

Paul Bowles
Austral, 2011
500 pp.

En la lista de escritores enamorados de Marruecos, Bowles ocupa un lugar principal. Conocer Marruecos de la mano de Bowles es para el lector una ocasión que hay que aprovechar cuando se presenta....



Paul Bowles
Austral, 2011
500 pp.





“Quienes toman amigos, en lugar de tomar a Alá, son semejantes a la araña que se ha hecho una casa. Y la casa más frágil es la de la araña…” (El Corán)

En la lista de escritores enamorados de Marruecos, Bowles ocuparía necesariamente un lugar principal. Además de su intenso interés y aprecio por el país, la experiencia que acumula de su vida en Tánger dan a sus libros una profundidad especial. Conocer Marruecos de la mano de Bowles es para el lector una ocasión que hay que aprovechar cuando se presenta.

La casa de la araña es un libro extrañamente actual. Transcurre en los años cincuenta, durante el período de la colonización francesa. Podría parecer un momento perdido ya en la historia, cuando del colonialismo no quedan casi ni los recuerdos. Pero el asunto del libro va más allá porque lo que a Bowles le interesa es el conflicto entre la cultura tradicional y el progreso.

Hablamos de cultura tradicional que no es ni mucho menos sinónimo de atraso. Todo lo contrario. Cuando Bowles mira a la medina de Fez ve sabiduría y un poso de siglos en una manera de vivir, pensar y sentir que hace de Marruecos un lugar único y admirable. El conocimiento es una cosa y la sabiduría es otra, observa en alguna parte del libro. La sabiduría está en Marruecos y el conocimiento –que no es lo mismo- está en un occidente que ha elegido la prosperidad material como objetivo para el futuro.

El Marruecos arraigado en las tradiciones, el Marruecos sostenido por una sólida cultura de sensibilidad distinta a la de occidente, es el que preocupa a Bowles porque ve que está en camino de extinción. Ve que ha absorbido el veneno del deseo de modernidad en un juego perverso y seguramente sin solución. Los mismos que se revelan contra la ocupación francesa, los más ilustrados, los estudiantes de la universidad islámica, son los que reclaman el progreso y el alejamiento de la vieja tradición musulmana sobre la que se ha construido el país hace ya siglos.

En el prefacio Bowles explica su inquietud y da la pista al lector sobre el sentido que ordena la trama de personajes y de reflexiones con los que se teje esa casa de la araña que da título al libro.  Empieza el diciendo:

“Yo quería escribir una novela utilizando como telón de fondo la vida cotidiana de la ciudad de Fez, porque era una ciudad medieval activa en mitad del siglo XX. (…) Tenía el propósito de describir Fez tal y como existía en el momento de escribir acerca de la ciudad, pero cuando inicié la redacción empezaron a producirse una serie de acontecimientos que yo no podía ignorar. Enseguida comprendí que iba a tener que escribir, no acerca de la vida tradicional de Fez, sino sobre su disolución.”

Y escribe sobre su disolución en un diálogo a tres voces que dejan ver no solamente argumentos encontrados sino concepciones del mundo distintas que fijan las posiciones que están detrás de cualquier debate.  En apariencia, la vida de Fez es la de siempre, pero arranca Bowles creando el desasosiego en el lector. La hospitalidad, la conversación larga, el discurrir infinito de los tiempos que remiten a un mundo conocido y acogedor se mezclan bruscamente con un recorrido por la medina, tenso y amenazador que desorienta al personaje que centra la acción y que despierta en él todas las dudas sobre el Marruecos que lo rodea. Detrás del aprecio caluroso que siente por Fez asoma el sentimiento dormido de la desconfianza que despierta la tortuosidad de sus habitantes, su inclinación a la mentira, su rigidez, su afición a complicar lo simple…

Tres personajes centran la novela de Bowles. Seguramente, el más interesante es Amar, un adolescente, de mentalidad independiente, de extracción humilde si a posición económica se refiere, pero de familia muy señalada en la consideración religiosa dentro de su comunidad. Amar es casi un personaje de las Mil y una noches, un chaval de la calle, atado a sus raíces pero que descubre que el mundo es distinto del que reclama la tradición y exige posiciones -¿traiciones?- nuevas. Stenham es un escritor americano atrapado por el exotismo de Marruecos y por la indolencia que acompaña al paso del tiempo y al largo y trabajoso progresar de su novela. Finalmente, Mme. Veyron, se abre paso como una americana, independiente, viajera y más sensible a los argumentos de desarrollo del país que a los sentimientos románticos de mantener las tradiciones.

Un Fez sobre el que se ciernen las nubes de la rebelión, donde policías y soplones tratan de mantener el orden colonial amenazado por una medina a punto de explotar sirve de escenario sobre el que se plantea el papel del Islam en el mundo moderno, los objetivos de los activistas educados en busca de progreso, la pérdida de los viejos valores, el desencanto, la dureza de la incertidumbre … Fez, una vez más, acaba siendo la protagonista de una historia compleja que empezó hace siglos y que sigue siendo hoy de actualidad.

En un mundo lleno de novedades, casi todas imprevistas por quienes les tocó vivirlas, la azora de la casa de la araña es un aviso a navegantes y un toque de atención para quienes han desoído los mandamientos divinos:

“Contra unos enviamos una tempestad de arena. A otros les sorprendió el Grito. A otros hicimos que la tierra se los tragara. A otros les anegamos. No fue Alá quien fue injusto con ellos, sino que ellos lo fueron consigo mismos.
Quienes toman amigos, en lugar de tomar a Alá, son semejantes a la araña que se ha hecho una casa. Y la casa más frágil es la de la araña.”

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