martes, 27 de noviembre de 2012

Elogio del odio



Khaled Khalifa
Lumen, 2012
389 pp.





Nada hace presentir, al principio de la lectura, la deriva que tomará la historia que nos cuenta Khaled Khalifa y que nos acerca al drama de la represión violenta que sufre la población siria a manos de las fuerzas del gobierno.

Al contrario, el relato empieza en tono intimista y nos introduce en el mundo de sombras que rodea a la vida de la mujer musulmana. Estamos en Alepo y la mayor parte del tiempo en el interior de una casa que es donde la mujer encuentra su entorno natural, lejos de la aspereza de la calle. Una calle que da espacio al deseo en la mirada de los hombres, una calle tensa y que obliga a guardar rigurosamente las formas, una calle que exige que se mantenga sin concesiones el decoro.

La casa y la familia son el refugio donde la mujer cultiva su vida. Khaled Khalifa nos habla de ellas con minuciosidad y nos familiariza, a los lectores también, con un universo de sensaciones lleno de sentimientos, de fantasías místicas, de devoción, de amor a las tradiciones que definen el mundo doméstico de la mujer en el islam. Pero en el que asoman, también, a través de los olores, en las transparencias en los vestidos, en el frufrú de una falda, en el sonido de las voces o en el reflejo del agua en una fuente las contradicciones de una sensualidad contenida que la mujer debe guardar para el marido.

"Esperar la espera" es el destino desesperanzado de la mujer, dividida entre la oscuridad religiosa, teñida de devoción y de forzada poesía, y la alegría de la vida que exige gozar del mundo y romper los lazos que la atan. ¿Pero cómo romper con esa prisión deseada y bendecida, y al mismo tiempo rechazada?

El odio acaba por convertirse en un sentimiento con poder suficiente como para abrir el camino de la liberación. Un odio compartido que germina en la sociedad, que se extiende y que sirve a la protagonista para sentirse viva. Tan pronto llega a la escuela, el mundo ordenado de la casa y de las veneradas tradiciones se derrumba para dejar al descubierto el dominio mafioso que ejerce el estado. Para mostrar la degradación de un ideario laico que rechaza los valores del Corán y se hunde en la corrupción. Si hubo un tiempo en que reinaba la convivencia ahora se descubre en el otro el origen de todos los males, se busca refugio en las enseñanzas del Profeta y se refuerza el rigor en el cumplimiento de los deberes religiosos. La calle fragmenta la unidad de la familia y el vecindario explota en comunidades ajenas y enemigas.  Los cristianos, los judíos, los alauitas del partido Baas... todos se convierten en sujetos impíos y por consiguiente en una amenaza a batir.

Una auténtica guerra comienza y, a la par que despega la intolerancia religiosa, el estado muestra sus instintos peores y se convierte en una máquina de muerte y represión.

Así, el odio es la energía que alimenta a una sociedad enferma, que necesita levantarse cada día y que pide razones para mantenerse en la lucha. Un odio que invade las conciencias, que cubre el espacio doméstico y que domina a las familias a quienes un bando u otro han arrasado la casa o asesinado a algún miembro. Y también un odio que ha anidado en el estado y lo ha convertido en un monstruo dictatorial que sólo cree en intereses privados e inconfesables y en la fuerza.

El mosaico de tensiones que martirizan hoy a Siria emerge en este Elogio del odio como fruto del primer acto de una tragedia a la que no se ve un fin. Y emerge a través de personas. No es el análisis político el que lo desvela. Es en la intimidad de la protagonista, una adolescente, en sus años de estudiante y en su entorno más próximo como se va definiendo y cómo cobra vida para convertirse en el centro de una obsesión.

Elogio del odio sorprende y sobrecoge. Bajo el manto de la ficción es el retrato de una Siria subterránea que el forastero intuye pero no ve. Es una novela excelente, llena de sensibilidad, atenta a los detalles y sobre todo amarga porque muestra a Siria como un país donde, el autor nos dice, el odio es casi un deber.

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lunes, 19 de noviembre de 2012

Cómo preparar un gran viaje. El manual de los trotamundos



Itziar Marcotegui y Pablo Strubell
Edición de los autores, 2012
269 pp.






Cómo preparar un gran viaje es un manual de ayuda. Un manual exhaustivo con el que abordar el proyecto de viajar, casi, casi, sin plazo fijo, con mucho tiempo por delante, cambiando la vida ordenada y urbana por otra distinta, en movimiento de un lugar a otro, y con otras reglas y condicionamientos. Aborda cómo hacer un viaje que va a suponer, al mismo tiempo, afrontar el reto de una forma de vivir distinta, en lugar de continuar con la vida de siempre, como ocurre cuando se viaja por unos días, a pesar de cambiar de escenario.

El índice del libro muestra una planificación al detalle, toca los temas más diversos. Pero la utilidad de un manual depende tanto del índice de temas como del criterio de quien escribe sobre ellos y ahí radica el interés y la ‘personalidad’ de este Cómo preparar un gran viaje. Itziar Marcotegui y Pablo Strubell llevan a cuestas una amplia experiencia como profesionales y como viajeros. Itziar es psicóloga y Pablo economista. Ambos han trabajado en sus respectivas disciplinas durante tiempo y con éxito. De ahí que sepan de lo que hablan cuando aseguran que una de las etapas de la preparación de un gran viaje es el encaje del cambio de vida que supone dejar el trabajo para entrar en otro el mundo –el del viaje- con sus ritmos distintos y con perspectivas vitales igualmente diferentes. Y que sean conscientes también de que todo lo bueno se acaba y que la reentrada en la atmósfera sedentaria que supone el regreso exige igualmente una cuidadosa planificación para hacerla suavemente y sin los traumas de los aterrizajes bruscos.

Pero si los autores son gente razonable y que sabe lo que significa trabajar y a la vez cultivar la ilusión de hacerle un hueco a la aventura y al deseo de ver mundo, son también experimentados viajeros y escriben su libro después de haber acumulado una larga experiencia.

Pablo Strubell recorrió en solitario la Ruta de la Seda, una aventura que contó en ¡Te odio Marco Polo! y en la que hubo, como en la vida misma, tiempos buenos y también difíciles. Vivió en Turquía y en Malasia y luego, junto a Itziar Marcotegui, emprendió un largo viaje con el que ambos recorrieron África de sur a norte improvisando, desplazándose con los medios de transporte locales y alojándose allí donde encontraban una habitación, fuera medio buena o directamente mala en muchas  ocasiones.

¿Improvisando he dicho? Improvisando pero también después de haber planificado las cosas, porque un viaje largo exige pensarlo bien, anticipar las necesidades y medir los recursos que van a hacer falta. Y este es justamente el origen de este ‘manual de los trotamundos’ que es como se subtitula el libro.

La contraportada no puede ser más explícita ni reflejar mejor el tono directo y la intención práctica del contenido del libro. “¿Cómo elijo la ruta?¿Maleta o mochila?¿Me llevo saco de dormir?... Si sueñas con hacer la Ruta de la Seda, recorrer el Sudeste Asiático, visitar rincones perdidos de América Latina o, en definitiva, emprender una aventura, seguro que te han surgido estas y otras muchas preguntas.”

Y en Cómo preparar un gran viaje están, por supuesto las respuestas a éstos y a muchos más interrogantes. Respuestas de sentido común muchas veces, pero también basadas en la experiencia, que es lo que cuenta. Una experiencia larga y extensa porque a la de los autores se une la de muchos viajeros a los que han preguntado y que han contribuido al libro con sus puntos de vista y con sus opiniones.

Cómo preparar un gran viaje era un libro necesario. Responde a la necesidad de preguntar que siente quien se plantea salir de su casa para recorrer mundo durante un largo período. Y a la necesidad de hallar respuestas fundadas y razonables. Todo ello es lo que ofrecen Itziar Marcotegui y Pablo Strubell en este libro extenso e intenso que ayudará incluso a quienes sin proyectos tan rompedores sientan en su fuero interno el gusto de viajar.

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lunes, 12 de noviembre de 2012

Youma



Lefcadio Hearn
Errata naturae, 2012
122 pp.





Lefcadio Hearn, de familia irlandesa, nació en Grecia a mitad del siglo XIX y fue un personaje extremadamente singular. Escritor excelente, sensible para captar la atmósfera y el detalle de la vida de lugares que no eran lo suyos, vivió en los Estados Unidos antes de emigrar a Japón donde escribió con éxito y donde encontró el país de adopción en el que terminaría sus días.

Durante su etapa americana vivió en Nueva Orleáns y se casó –entonces, además de resultar poco menos que una herejía era una acción ilegal- con una mujer negra. Y allí se familiarizó con la realidad del mundo afroamericano y se interesó por la vida de los negros en el Caribe, cuyo misterio y exotismo le absorbió.

Youma, una novela corta pero de sabor intenso, da testimonio de ello. Se ambienta en la Martinica francesa, una isla que con sus particularidades, era también una muestra de esas Antillas donde se mezclaban blancos, propietarios de las tierras, y negros, la mayor parte de las veces esclavos, para formar una sociedad tan estable y ordenada como insostenible por injusta y condenada a desaparecer.

La contraportada del libro cuenta: “Martinica, una pequeña isla del Caribe bajo el protectorado de Francia, era un paraíso natural donde la vida transcurría despreocupadamente, en mitad de una exuberante vegetación y de un paisaje excepcional. En 1848, cuando el gobierno republicano se hizo con el poder en París, los rumores sobre el final de la esclavitud recorrieron la isla, despertando el miedo y la incertidumbre en los amos y una felicidad llena de esperanza en los esclavos.
Youma es una guapa y joven esclava criada en la lujosa ciudad de Saint-Pierre, ahijada de su ama, la aristócrata Madame Peyronnette, e íntima amiga de la hija de ésta. Cuando estallen las primeras revueltas de los esclavos (…) Youma habrá de decidir si unirse a los de su raza o mantenerse fiel a la que ha sido siempre su única familia”.

Lefcadio Hearn no habla desde la distancia. Escribe poco después de los acontecimientos que narra, cuando están todavía en el recuerdo de muchos y cuando las secuelas de la esclavitud no están resueltas no sólo en las islas sino en los mismos estados del sur de los Estados Unidos. Y trata el tema, se diría que con afecto, desde puntos de vista distintos, desde las posiciones incompatibles que separan a blancos de negros.

Lefcadio Hearn es un escritor ‘moroso’. Se detiene en las texturas del momento, en los paisajes tanto exteriores como interiores, en la belleza de las figuras, de los personajes, de los gestos, de los deseos y de las intenciones tanto como en la de las plantas, los caminos o el cielo. El mundo colonial que presenta en la novela es un mundo grato no sólo para el patrón, que ejerce de patriarca. Lo es también para quienes trabajan para él, para los esclavos a los que protege y a los que ofrece un espacio donde vivir y un trato humano. Se trata de un mundo deliberadamente idílico porque conviene a la tensión que surgirá cuando haya que elegir entre fidelidades opuestas, cuando haya que ponerse del lado de la familia del patrón o del de la familia de los de la propia raza. Pero también es idílico porque el autor quiere destacar lo bueno del mundo colonial que cae hecho añicos con los vientos de revancha que suceden a la emancipación, alentados por el resentimiento, la ignorancia y el interés de quienes esperan sacar partido del final de la esclavitud.

Lefcadio Hearn va en busca de sentimientos íntimos, desvela las aspiraciones y los deseos de todos y al hacerlo los legitima porque todos ellos están cargados de razones. El amor, la fidelidad, la obligada protección de los más débiles, forman parte de las secretas intenciones de cada uno y conviven con un mundo de injusticia que acabará por desbocarse y por imponer el caos.

El Caribe de hoy es el heredero de ese otro Caribe de antiguas plantaciones, de señores y de esclavos. Libros de historia, más críticos y analíticos hablan del mismo momento en el que transcurre la historia de Youma y lo hacen con menos azúcar. Sin duda, el rigor está con ellos, pero la verdad está también con Lefcadio Hearn que, desde la ficción, desarrolla un relato sobre un hecho singular, la extinción de la esclavitud. Un relato con el que abre también los ojos a la vida cotidiana de una época y a la compleja relación entre personas en una sociedad que no pudo sobrevivir. Una sociedad asentada en la injusticia, que había quedado fuera de su tiempo.

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lunes, 5 de noviembre de 2012

Afganistán. Crónica de una ficción



Mònica Bernabé
Debate, 2012
398 pp.





Se supone que la guerra es una excepción y que los países que la padecen abren una especie paréntesis en lo que debiera ser la normalidad para retornar a ella cuando el conflicto se resuelve. Pero el caso de Afganistán no parece ser ese. Lleva treinta años de guerras y todo hace pensar que la vuelta a este estado natural que debiera ser la paz va para largo.

Seguramente por ello hablar de Afganistán es referirse al conflicto. Si el interés de la literatura de viajes es presentar un país tal como es, en este caso no queda más remedio que hablar de esta variedad del infierno que ha marcado la vida cotidiana durante décadas y que ha modelado a varias generaciones.

Y justamente esto es lo que hace el Afganistán que escribe Mònica Bernabé, periodista, interesada al principio en el país, comprometida luego en iniciativas solidarias y convertida finalmente en testigo de primera fila cuando decide fijar su residencia en Kabul. Es muy probable que el interés de libro –que es mucho- radique en este prolongado interés de Mònica, que se mantiene a lo largo del tiempo, y que le permite desmenuzar la situación a medida que pasan los años.

Cualquiera que haya leído los periódicos tiene una idea cabal de lo que ocurre en Afganistán. La caída de un rey, la llegada de una república, la invasión rusa, la resistencia de los guerrilleros, el ascenso de los talibanes, la intervención americana … Todo es relativamente reciente y todo resulta conocido. Pero la realidad es que, como en tantas cosas, la información ha sido parcial y sobre todo confusa. Confusa porque el paso del tiempo ha ido cambiando los parámetros del conflicto y sin darnos cuenta las imágenes que nos habíamos formado han dejado de ajustarse a la realidad y el conjunto se ha convertido en un embrollo.

De aquí el acierto de Mònica Bernabé que parte de la línea del tiempo como eje de su explicación y nos muestra desde el año 2000 hasta el 2012, capítulo a capítulo, o lo que es lo mismo año a año, la evolución del país, la de la vida de sus gentes y la del frustrante intento de normalizar una situación que permita la convivencia pacífica.

Las mujeres son el colectivo sobre el que pone la mirada la autora para hilar el discurrir del tiempo. ¿Y por qué las mujeres? Porque es el grueso de la sociedad sobre el que cae de repente el peso de la represión que ejercen los talibanes. Es tal el exceso de los musulmanes radicales que toman el poder en Afganistán que deja prácticamente a la mitad de la población encerrada en casa, sin escuelas, sin atención médica, sin trabajo, sin espacio en la sociedad, sin derechos de ninguna clase. Pero esta situación insólita, que nace del mismo radicalismo que lleva a sostener a Al Qaeda y que conduce a la intervención occidental, no se resuelve cuando se expulsa por la fuerza al gobierno de los ‘estudiantes islámicos’. Poco a poco, las fuerzas extranjeras que son recibidas con alegría por la población se van enfangando en una realidad compleja en la que pierden el favor de las gentes y también la legitimidad.

El Afganistán en el que perdieron dos guerras los ingleses, cuando estaban en la cumbre de su poder, el mismo país del que la poderosa Rusia tuvo que retirarse después de desplegar cientos de miles de soldados y de intentar fórmulas de progreso con las que atraerse a la población, vuelve a la escena a pesar de los esfuerzos y de las ingentes cantidades de dinero invertidas en nombre de la democracia.

Los avatares políticos entre señores de la guerra, o entre etnias, las alianza naturales y contra natura que se tejen y destejen a lo largo de los años, el aumento de la inseguridad a pesar de los teóricos progresos de la intervención militar y también de instituciones civiles y de innumerables ongs se van desgranando a lo largo del libro y ayudan a comprender cómo, paso a paso, la situación se envenena en lugar de arreglarse.

Pero no todo es política, la vida en las casas y en los pueblos aparece y llama la atención porque es por donde respira el país entero. Los noviazgos y los casamientos se muestran como una realidad dramática que pesa sobre los jóvenes y que condena literalmente a las mujeres. La corrupción, que se ha instalado en todos los ámbitos debido a las tensiones, a las necesidades y también a las oportunidades que genera la prolongada situación de conflicto, aparece con toda evidencia. La vida de los militares, de los extranjeros y de los nacionales, amenazados por ataques y atentados, la presencia de criminales de guerra en el parlamento o en puestos de responsabilidad en el gobierno dibujan un país áspero por un lado, desasistido por otro y para el que no hay soluciones.

Mónica Bernabé lo conoce bien porque lo ha vivido de cerca y porque en su papel de periodista y en el de colaboradora comprometida con los derechos de las mujeres ha tenido que jugar a distintas bandas y que mirar la realidad con ojos y desde intereses diversos. No es cuestión de hacer turismo hoy en Afganistán, pero ello no quita que sea quizás más necesario que nunca conocer el país y las razones del fracaso de cuanto los países occidentales han hecho. La retirada del grueso de las fuerzas norteamericanas anunciada para 2013 abre un escenario nuevo y lleno de incertidumbre. No estará de más hacer inventario, conocer lo que pasó e imaginar lo que está en puertas. Afganistán, crónica de una ficción servirá para ello y ayudará a abrir los ojos al lector sobre una realidad cada vez más confusa, y también apasionante, para quien esté interesado en la historia de esta complicada región de Asia.

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