miércoles, 28 de agosto de 2013

Cómo leer Nueva York. Una guía de la arquitectura de la Gran Manzana

Cómo leer Nueva York. Una guía de la arquitectura de la Gran Manzana

Will Jones
Akal, 2013
256 pp.

Quienes deseen visitar Nueva York y añadir una dosis de arquitectura al disfrute de tan extraordinaria ciudad encontrarán en "Cómo leer Nueva York" la mejor de las ayudas...


Will Jones
Akal, 2013
256 pp.






Nueva York posee un especial atractivo. Es una ciudad singular y la riqueza de todo cuanto se cuece en ella genera una llamada que despierta la atención de visitantes de todo el mundo.

Pero Nueva York resulta también sorprendente por esa especie de falta de armonía que se aprecia en la coexistencia de edificios altos y bajos, solares dedicados a aparcamiento de coches, azoteas de las que sobresalen desangelados depósitos, viejos almacenes…, todo un desorden al que el europeo está poco acostumbrado si no fuera porque el cine le ha adelantado muchas imágenes y lo que ve no le pilla de sorpresa.

Nueva York es el resultado de una rápida acumulación, el resultado de una historia muy corta para algo tan sobresaliente. Y ello significa que es también el resultado de una historia muy rica donde en muy poco tiempo muchos han querido dejar su huella.

Quien visita Nueva York suele ir de tiendas y de museos. Y no quiere perderse esos mitos que representan el Empire State, el Chrysler Building o la estatua de la Libertad, por poner tres ejemplos. Pero al decir que en Nueva York se acumula una historia muy rica lo que se está diciendo también es que, más allá de estas estrellas que brillan en el firmamento del turista, en la construcción de la ciudad se ha volcado un enorme talento, que está a la vista de todos, que pasa a menudo desapercibido y que hay que saber interpretar.

En Nueva York la arquitectura es el libro donde ha dejado su marca cada momento de la historia porque la capitalidad indiscutible de la ciudad ha llevado a quienes han intervenido en ella a expresar lo mejor, lo más arriesgado, muchas veces, y a dar un paso más en la búsqueda de lo singular.

Y sin embargo esta singularidad, el valor de uno u otro edificio no resulta siempre evidente para quien se encuentra con ellos. El visitante necesita de quien le ayude a interpretarlos, de quien le haga reparar en detalles, de quien saque a la luz esa maravilla que encierran tantas y tantas construcciones que dan su carácter único a la Gran Manzana.

Cómo leer Nueva York busca justamente esto. "Esta guía, tan pequeña pero tan exhaustiva –dice en la solapa que le sirve de introducción- (…) permite la comprensión paso a paso de la arquitectura y el diseño urbano de la ciudad de Nueva York y resulta imprescindible para quien desee visitarla". Es un libro de pequeño formato, ordenado edificio a edificio y de acuerdo con sus diversos estilos, con una sucinta historia de cada uno de ellos y sus particularidades y con ilustraciones en fotografía y en dibujo que ponen de relieve aquello que los hace más destacables.

Quienes deseen visitar Nueva York y añadir una dimensión más al disfrute de tan extraordinaria ciudad tendrán en esta guía –de pequeño formato para hacerla más cómoda de llevar- la mejor de las ayudas.

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sábado, 17 de agosto de 2013

Viaje a mi país ya inexistente

Viaje a mi país ya inexistente

Tamara Djermanovic
Altair, 2013
254 pp.

Tamara Djermanovic regresa a lo que fue Yugoslavia, después de una ausencia de casi veinte años. Regresa a sus recuerdos y también al mundo traumatizado que dejó y donde tiene guardadas sus impresiones de niña y de adolescente...



Tamara Djermanovic
Altair, 2013
254 pp.





Lo más parecido al relato de un viaje contado de viva voz es este Viaje a mi país ya inexistente que escribe Tamara Djermanovic. Un relato que suena, además, con acento conocido porque la autora, yugoslava de nacimiento, vive en Barcelona y muestra que entre sus raíces, algunas están en nuestro país.

Tamara regresa a lo que fue Yugoslavia después de una ausencia de casi veinte años. Regresa a sus recuerdos, al mundo que dejó y donde tiene guardadas sus impresiones de niña y de adolescente, donde crecieron sus lazos familiares y los lazos con los viejos amigos, el mundo de las vacaciones y de la escuela, de los descubrimientos que se hacen cuando se es joven, del aroma de la tierra y el sonido del mar.

Pero una vez más, Yugoslavia evoca un cataclismo que incluso visto con serenidad resulta estremecedor y cuando menos extraño. El título del libro describe bien ese quebranto que todos los que vivieron en el país llevan en su conciencia de manera indeleble. Yugoslavia desapareció.

Y desapareció dando a luz un mundo distinto que sin embargo no corta con las raíces y que el lector –o en su caso el viajero- no puede interpretar sin la compañía de una voz que le muestre los cambios. ¿Quién se daría cuenta de que el idioma ha cambiado? Dejó de existir el país y con él su lengua. El serbocroata era la fusión de maneras de hablar vecinas –giros, palabras y acentos- que pretendió unificar un país hecho de retazos. Un país con voluntad de juntarse cuando, tras la caída del imperio otomano y la desintegración del imperio austrohúngaro, todas las partes se vieron demasiado pequeñas para sobrevivir en una Europa insegura y quisieron tener más músculo creando lo que iba a ser Yugoslavia.

Tamara Djermanovic nos habla ahora de ese mosaico en que se ha convertido lo que fue su país y en el que se reconoce. y se siente como en casa. Y lo hace mediante una sucesión de capítulos cortísimos que dan agilidad a todo su relato y que permiten acompañarla en su viaje escena a escena, lugar a lugar.

La autora en ese regreso a su tierra, acompañada de un hijo adolescente, que es sobre todo español, no se siente extraña. A diferencia de lo que ocurría tiempo atrás, ahora debe llevar pasaporte. Debe cruzar fronteras al hacer un camino que antes recorría para irse de vacaciones sin salir de su país. Pero observa también que su acento serbio no despierta hostilidad en los distintos países vecinos que quisieron romper con un pasado común. Y sin embargo, a pesar de la comodidad que ella siente al reencontrarse con su tierra, los testimonios de la guerra siguen siendo terribles y hablan de atrocidades vividas por todos. Atrocidades que vienen de lejos y que Tamara Djermanovic pone de relieve al repasar la historia. Atrocidades presentes que sufre esa población invisible para el viajero de los que fueron desplazados, literalmente echados de sus casas y no tienen nada fácil el regreso a los lugares de los que debieron huir.

Recuerdos de infancia, reencuentros y una lúcida descripción de lo que son hoy los países que formaron la antigua Yugoslavia, sus gentes, sus ciudades, los paisajes, los parques naturales, ese mar espléndido que es el de la Costa Dálmata componen para el lector un viaje lleno de calidez y animado por una narradora singular. Un viaje descriptivo y sentimental al mismo tiempo y matizado con mayor o menor intensidad según el momento por la lúcida frase de Ivo Andric cuando asegura que “después de una guerra no hay un lado vencido y otro vencedor, lo único que queda es una humanidad derrotada”.

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martes, 6 de agosto de 2013

Cineasta blanco, Corazón negro

Cineasta blanco, Corazón negro

Jesús Lens
Almed, 2013
576 pp.

África en el cine. Ese es el propósito que anima a Jesús Lens a escribir Cineasta blanco, Corazón negro, un libro que interesará a un abanico de lectores mucho más amplio que el de los amantes del cine...


Jesús Lens
Almed, 2013
576 pp.






África en el cine. Ese es el propósito que anima a Jesús Lens a escribir Cineasta blanco, Corazón negro, un título que parafrasea la película de Clint Eastwood Cazador blanco, Corazón negro en un guiño a los amantes del cine y como homenaje a las grandes películas que se rodaron en el continente.

¿Sólo para amantes del cine? También para amantes del cine –Jesús Lens es un auténtico forofo-, pero destinado a un abanico de lectores mucho más amplio, porque aquello de lo que trata el libro acaba abarcando asuntos cuyo interés se proyecta en muchas direcciones.

Cineasta blanco, Corazón negro hace referencia a más de cien películas entre las que están todas las que han marcado época y que seguro ha visto el lector, aunque no sea especialmente aficionado a sentarse en un cine o a dedicarle tiempo a la televisión. Pero ojo, la mirada del autor no es la del crítico de cine, es la de un espectador. Y es esto lo que hace que el lector se sienta acompañado y atienda a lo que cuenta el libro como atendería a la conversación de un amigo. Un amigo que conoce bien el tema, que tiene buena memoria y que es capaz de sacarle jugo al guión, a las imágenes y también al entorno que envuelve el desarrollo de la trama. Un amigo que además cuenta el argumento de cada cinta de la que habla y que, a través de su resumen, introduce al lector en una micro-sesión cinematográfica por la que se cuelan los recuerdos de cuando vio la película en un cine o despierta su curiosidad para ver la película a la primera ocasión que se le ofrezca.

Hablamos de un libro de más de quinientas páginas que sin embargo se lee a buen ritmo justamente por ese acierto de ir contando escenas y aventuras, unas con más fantasía, otras en el ámbito del documental, pegadas a la realidad, pero a las que el lector atiende de modo parecido a como haría ante un contador de cuentos.

Cine para viajar por África. Porque ese centenar largo de películas en las que se entretiene Jesús acaba sacando a la luz a todo el continente, a sus distintos paisajes, a las diversas culturas, a sus numerosos pueblos y a las distintas épocas por las que ha discurrido su historia. Un África narrada desde los más diversos puntos de vista.

¿Estamos al fin fuera de la política, que tiñe tantos de los libros sobre los que hemos hablado recientemente?¿Regresamos con este libro a esa literatura de viajes dedicada a hablar de lo exótico, de leones, de arenas movedizas, de selvas y de tribus? La respuesta es no, de ninguna manera. Jesús Lens tiene claro que el cine va mucho más allá del entretenimiento y que a través de él emerge una realidad que descubre problemas y situaciones y que hace consciente al lector –o al menos le da pie a hacerse consciente- de lo bueno y de lo malo de ese mundo que hay detrás de las imágenes.

El autor no ahorra temas. No se anda con disimulos con la excusa de que hablamos de cine. En realidad estamos hablando de África, un África que exige que alguien alce la voz y airee sus problemas: la malaria, el conflicto del Sahara, la dura emigración de quienes quieren alcanzar Europa y de quienes en forma de esclavos fueron llevados a cualquier parte del mundo, las guerras, los niños soldados, las mujeres, el radicalismo islamista… y la lista podría seguir.

Dicho lo anterior, Cineasta blanco, Corazón negro además de un libro sobre cine es también un libro de viajes que muestra que el autor se ha movido a diestro y siniestro por el continente y lo conoce bien. Lo conoce y lo aprecia. Y se implica para no eludir la responsabilidad que a los países ‘ricos’ les toca con relación a la situación de África.

Cineasta blanco, corazón negro es un libro esclarecedor sobre África: sobre lo que hay cuando se mira la superficie y sobre el fondo del continente, sobre su diversidad inagotable y también –y eso es importante- sobre nosotros mismos, lectores, turistas o viajeros para los que África es también un espejo en el que nos vemos a nosotros mismos, que según haya sido nuestra mirada nos devuelve una imagen que nos debe hacer pensar.

‘El cine puede ser mucho más que mero entretenimiento’, dice Jesús Lens. Y sin duda lo es, como lo es también este libro, sumamente entretenido y al mismo tiempo muy clarificador.

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