jueves, 31 de octubre de 2013

Estambul. Paseos, miradas, resuellos

Estambul. Paseos, miradas, resuellos

Javier González-Cotta
Almuzara, 2013
343 pp.

'Estambul' de Javier González-Cotta se sumerge en el poderoso influjo que esta ciudad irrepetible ejerce sobre el viajero que se detiene a mirarla, a percibirla con todos sus sentidos y a gozar de su carácter único...


Javier González-Cotta
Almuzara, 2013
343 pp.





Aseguran que Estambul es hoy una de las ciudades más pujantes de Europa. Dinámica, con una población animosa y joven, con los ojos puestos en el futuro, subida a una ola de prosperidad, busca su camino como una capital nueva, de edificios espectaculares, centros comerciales y barrios que en nada se diferencian de los de las grandes capitales de Europa.

Pero no es de este Estambul del que quiere hablarnos Javier González-Cotta. No es de una ciudad del futuro, ni del mérito de haber alcanzado sin complejos esa meta, de lo que va su libro. El relato de Javier tiene un sabor más clásico. Busca la esencia y se sumerge en el poderoso influjo que esa ciudad irrepetible, que se despliega entre los dos continentes, ejerce sobre el viajero que se detiene a mirarla y pone todos sus sentidos para percibirla y para gozar de su carácter único.

Rendido ante la ciudad, preso por la emoción, embrujado por el encanto confuso de tanta historia y de tantas sensaciones, es como nos lleva Javier González-Cotta a este Estambul que lo desborda y que cargado de tantos matices le parece que está casi fuera de la realidad.

Javier González-Cotta es un enamorado y su encuentro con Estambul pura poesía. Poesía en torno a los detalles, que no son detalles porque están en todas partes, pero que él descubre, los retiene en su mirada, los lee con atención y sabe encontrar en ellos una parte de la vida de esta ciudad fascinante.

Todo es mezcla en Estambul. Y es que la ciudad es Oriente y transmite todavía la sorpresa que los viajeros del siglo XIX sintieron cuando se acercaron a ella. Esa mezcla de decrepitud y de grandeza, la melancolía de los cielos plomizos, el sosiego lento de la vida que se intuye tras el cristal de las ventanas de las casas, la mezcla de razas y de acentos, la gloria que se perdió y que reposa en obras colosales que dejaron los bizantinos y los sultanes que les sucedieron… todo ello y más es Estambul.

O no es todo Estambul, pero sí la parte que le emociona. ‘Por afinidad –dice Javier González-Cotta- prefiero hurgar en los distritos más decrépitos de la ciudad histórica’, que son todavía muchos, decimos nosotros. Y así, el autor del libro construye esa imagen de Estambul que tanto como a Estambul refleja a su propia persona. Una imagen en la que predomina la nostalgia y ese sabor agridulce del deterioro que resulta del paso de los años y del abandono y que acaba por invadirlo todo.

El paisaje de Estambul es magnífico y sin embargo la decrepitud que se observa en las calles de algunos de sus barrios y en sus casas es desolador. Y ahí está el milagro y el arrobamiento que hace que se detenga el tiempo y el paseante se traslade a un mundo de sensaciones confusas y sugerentes al mismo tiempo que hablan directamente al corazón. Sensaciones que le dicen que, al lado de la grandeza, el abandono y los destrozos forman parte de la vida de la ciudad, de su esencia, y de quienes viven en ella.

Barrio a barrio, Javier González-Cotta se demora para hacer sentir al lector lo que él siente. Lo que siente por sí mismo y por lo que han contado otros, los viajeros famosos, otros grandes de la literatura, que dejaron también que Estambul los sorprendiera y extrajera de ellos un cúmulo de sensaciones que siguen siendo válidas para entender la ciudad.

Es evidente que este Estambul no es ni mucho menos una guía útil para la visita de los grandes monumentos de la capital del Bósforo. Ni siquiera es una guía alternativa que proponga recorridos distintos de los habituales para los turistas y  que permitan a los viajeros más sofisticados descubrir lo que ha quedado fuera del alcance de la mayoría. El recorrido que hace la mirada de Javier González-Cotta, los lugares donde posa su atención son los detalles, las luces, la bruma, el frío, las motas de polvo suspendidas en el aire y que solo se ven cuando un rayo de luz corta la oscuridad y pone al descubierto un universo mínimo de partículas flotando ante nosotros. Es un recorrido de quietud, de pausado movimiento, reflexivo, que mira hacia adentro y hacia afuera sin perder detalle y que llevará al lector a adentrarse en la ciudad y en la vida de las gentes para conocer a la una y a las otras, despertar su afecto y participar del mismo enamoramiento que persigue al autor.

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