lunes, 25 de noviembre de 2013

Vagabonding. El arte de viajar por el mundo

Vagabonding. El arte de viajar por el mundo

Rolf Potts
Duomo, 2013
227 pp.

Rolf Potts le propone al lector abandonar la rutina gris a que nos lleva la vida cotidiana y apostar por otra forma de estar en el mundo, la del vagabonding, la de viajar sin prisa, la de detenerse a saborear cada momento...



Rolf Potts
Duomo, 2013
227 pp.





Rolf Potts es un tipo jovial y positivo. Va de 'suelto' por la vida y va de teórico, pero de una teoría que rechaza echarle codos a nada. Lo suyo está más cerca de la contracultura. Representa a una generación que quiere sacarle provecho a la vida. Y eso es lo que propone al lector: abandonar rutina gris a que nos lleva la vida cotidiana y apostar por otra forma de estar en el mundo, la del vagabonding, la de viajar sin prisa, la de detenerse a saborear cada momento, la de echar la hebra con quien encuentra en el camino y no dejarse llevar por un programa que haya que cumplir. Cada momento ofrece la posibilidad de seguir o de quedarse en el mismo sitio, de cambiar de rumbo, de gozar de las oportunidades que se descubren cuando se vive atento al presente y con pocas ataduras y ese es el objetivo del viaje cuando se viaja de verdad.

Por todo ello, la corriente que discurre por este vagabonding que pretende animar al viajero a emprender un largo viaje es más 'filosófica' que práctica, aunque el lado práctico no está excluido en el discurso de Rolf Potts.  Vagabonding no es un libro de recetas para el viajero. Está lejos de las maneras del Corán que da instrucciones concretas para los más diversos asuntos de la vida. Lo suyo está más próximo al Nuevo Testamento con sus recomendaciones para una vida ejemplar, con aspiraciones de bondad y con el deseo de construir una moral que en este caso pasa por el viaje como modo para lograr la felicidad en esta vida.

Pero que nadie entre en pánico pensando que Vagabonding será un libro de letanías. Rolf Potts ya previene al lector de que no se trata de un libro tristón ni tampoco de autoayuda para sacarnos del hoyo de las miserias cotidianas. Vagabonding, nos dice, 'es una actitud vital (...) tiene que ver con la prosperidad y las posibilidades que ofrece la era de la información para propiciar un crecimiento de las opciones personales en vez de las posesiones personales'. Esto es, nos propone abrir la mente y considerar que ese viaje que puede durar un año o media vida y que nos lleva hacia experiencias distintas y más humanas no es sólo para los demás,  también puede ser para nosotros. Nos dice que está al alcance de cualquiera que lo desee.

¿Y cuál es el principal beneficio de apuntarse a esta práctica del vagabonding? Pues hacerse rico en lo que más pobre se es en nuestras sociedades: en tiempo, en tiempo para ver, para estar, para asimilar... En definitiva se trata de tomar las riendas del propio destino y ponerse a vivir, por un tiempo, de un modo que hemos olvidado.

Y lo de 'por un tiempo' tiene su importancia porque Rolf Potts no es un escritor utópico. No se propone como un mesías que abre el camino para cambiar el mundo.  Nos avisa de que en el mundo en que vivimos tenemos la opción de vivir de un modo distinto, al menos durante el tiempo suficiente para tener la experiencia de conocer el mundo más profundamente.  El vagabonding no es para perezosos ni para desadaptados que intentan huir de lo que les abruma.  Es para gente positiva capaz de procurarse -y encontrar- los recursos que necesita para permitirse esta forma de vida. Es para los que empiezan por buscarse un trabajo con el que puedan compaginar esta afición. Es para los que moderan sus hábitos de consumo de modo que esta aventura resulte económicamente viable. Es para los que tienen curiosidad cultural suficiente para maravillarse por lo que el mundo les enseña y se sienten recompensados por ello.

Vagabonding es un libro, sobre todo, estimulante. Estimulante incluso para quienes saben -y me apunto a ese grupo- que es poco probable que acaben vagabundeando por el mundo.  Y es muy entretenido de leer por ese desenfado y frescura con que aborda la posibilidad de viajar de un modo distinto del que es habitual incluso entre los que se tienen por los más viajeros.

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martes, 12 de noviembre de 2013

Historias de San Petersburgo

Historias de San Petersburgo

Nikolai Gógol
Alianza, 2013
271 pp.

Cinco relatos componen 'Historias de San Petersburgo', pequeñas narraciones que permiten al lector acercarse a esta Rusia que se desvanecería de forma repentina bajo las aguas de la revolución...


Nikolai Gógol
Alianza, 2013
271 pp.






No le cuesta mucho al joven Gógol entrar en el selecto círculo de los genios de la literatura rusa. Imaginativo, sutilmente irónico, atento a la sociedad de su tiempo, escribe grandes novelas pero también relatos cortos que describen la vida y la gente de la Rusia zarista con todos sus contrastes, su opulencia y también sus miserias.

Se juntan en él el alma romántica, con sus negruras y desvaríos, y esa otra alma rusa propensa al sufrimiento, a las pasiones ocultas y atenta también a los lujos y al boato de los nobles y de los potentados. Una mezcla, en definitiva, que despide el aroma de una sociedad que el lector sabe que duraría poco arrasada por la marea revolucionaria y que por ello mismo reclama una especial atención.

Entre los relatos que escribe Gogol unos cuantos se sitúan en San Petersburgo, la capital de imperio, ese invento de Pedro el Grande que con sus canales trata de llevar al norte la placidez de Venecia y con sus palacios y avenidas se propone competir con París.

Cinco relatos componen este libro, distintos todos ellos y que permiten al lector acercarse a esta Rusia que se desvanecería de forma repentina y que hoy con los mismos palacios y las mismas calles muestra un país radicalmente distinto. La capital es ahora Moscú, pero el señorío y la armonía que pretendió Pedro el Grande siguen residiendo en las calles de ese San Petersburgo al que se refiere Gógol.

Cada uno, desde una mirada diferente, aborda un aspecto de la vida de la ciudad. La Avenida Nevski es la protagonista del primero y da pie para hablar de la fauna ciudadana que se mueve por la calle más elegante de la capital. Militares, nobles, damas elegantes, funcionarios, campesinos de paso, artistas ... quedan retratados con esa intención satírica que discurriendo en paralelo con las apariencias pone a cada uno en su sitio con medias palabras y con anécdotas reales o inventadas.

El retrato, la segunda de las historias que componen el libro, entra en las profundidades del alma humana, en la atracción que ejerce el mundo de los ricos sobre quien ha vivido en la miseria, y en el desvarío que condena a quien pierde sus principios llevado por la ambición.

Sobresaliente resulta el Diario de un loco, el relato que desmenuza el rodar cuesta abajo por el sendero de lo que hoy llamaríamos una esquizofrenia. Gógol se pone en la piel de su personaje y le cuenta al lector, día a día, su tormento.  La esquizofrenia estaba ya presente en El retrato y es la fuerza que mueve este Diario de un loco que se ve hoy como un reflejo de la propia personalidad de Gógol,  también enajenado, atormentado por la vida, arrastrado hacia actitudes enfermizamente conservadoras y capaz de quemar, desesperado, el manuscrito de la segunda parte de Las almas muertas.

Cierran la serie de relatos La nariz, un cuento tan jocoso como absurdo, y El abrigo, otro ejercicio de escritura en clave satírica, ambientada esta vez en el estrecho mundo de los funcionarios.

Historias de San Petersburgo es un libro de entretenimiento, costumbrista a su manera, con el sabor de una época que todavía sonará al lector como próxima y con el atractivo de ambientarse en una ciudad, nada menos que la capital imperial de Rusia, que ocupa en la imaginación de todos un espacio colmado de fantasías.

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