jueves, 17 de diciembre de 2015

Geografías íntimas

Geografías íntimas

Ana M. Briongos
Laertes, 2015
168 pp.

Geografías Intimas es un recorrido, a base de pequeñas pinceladas, por numerosos lugares, con la mirada cálida de quien ha aprendido a ver lo que tiene de amistoso y de cercano el mundo.



Ana M. Briongos
Laertes, 2015
168 pp.





Pequeñas pinceladas componen este libro que más que de viajes es de lugares. Lugares muy diversos que aparecen en el libro como si fueran fotografías. Llevados al papel a base de relatos cortos pero certeros, porque lo que Ana Briongos pretende no es profundizar sino destacar una mirada, un destello que recoge el momento, que transmite un sabor, que refleja un sentimiento.

Treinta y cinco lugares o treinta y cinco momentos por los que transita el lector de un escenario a otro, acompañado por la voz cálida de la autora. La misma voz que se escucha en sus novelas cuando nos habla de Irán, de Afganistán o de la India, pero esta vez expresada en forma de breve comentario, formulada como un susurro. Y acompañada por las ilustraciones de Àlex Ferrer, leves, ellas también, de trazo muy ligero que recogen ese instante fugaz que queda en el recuerdo.

Berkeley, Calcuta, Casablanca, Bali, Fez, Karachi, Isfahán, Venecia… van atrayendo la atención del lector en su discurrir amable sobre la piel llena de cicatrices que envuelve el planeta. Ciudades que transforman esta piel en un universo lleno de matices, que lo hacen distinto de un sitio a otro y lo convierten en una fuente inagotable de sensaciones.

El contenido de Geografías íntimas es lo más parecido a lo que el título del libro indica. Es un recorrido pausado con los ojos de quien ha aprendido a ver lo que tiene de amistoso y de cercano el mundo: lo que tiene de doméstico. Y con la complicidad de quien propone al lector a que participe de esa experiencia grata y cálida al mismo tiempo, invita a una lectura breve y relajada, envuelta de los aromas más sugerentes.

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lunes, 14 de diciembre de 2015

Historia de Inglaterra

Historia de Inglaterra

André Maurois
Ariel, 2015
620 pp.

¿A alguien le suena la batalla de Hastings? Bien, tanto si la respuesta es que si como si es que no, va a ser un disfrute leer esta "Historia de Inglaterra" que se ha convertido en un clásico.


André Maurois
Ariel, 2015
620 pp.






Seiscientas veinte páginas de historia pueden parecer muchas para quienes nos hemos acostumbrado a la brevedad que imponen la información en internet y el protagonismo que les hemos dado a los titulares. Pero quien empiece el libro verá enseguida que despierta el interés del lector desde la primera página y que solo arrancar le sugiere unas cuantas ideas que le llamarán la atención y le moverán a seguir leyendo.

Es muy probable que una buena parte del secreto del libro esté en el perfil del autor. Empecemos diciendo que André Maurois no es historiador. Lo suyo es la novela. Y digamos también que quizás es esto lo que lo hace tan atractivo y lo que explica que esta historia de Inglaterra figure entre los clásicos. La Historia de Maurois es tanto una historia como una interpretación de la historia. Es cierto que todas las historias son ambas cosas, pero en el caso que nos concierne el lado de la interpretación tiene más peso y seguramente por ello el libro tiene tanto interés.

El discurso de Maurois es casi el de un profesor ocupado tanto en desvelar la línea argumental del devenir de Inglaterra como su entorno para situarla en contexto, hacerla más inteligible y proyectarla en un espacio tan amplio que consigue ponerla en relación con los intereses que preocupan hoy. La Historia de Inglaterra de Maurois es también una introducción al presente.

¿Quién mejor que un francés para narrar de un modo distinto el curso de la historia inglesa? ¿Quién mejor que alguien del continente para percibir la extraordinaria importancia que tuvo para Inglaterra el ser una isla? Porque Inglaterra, cristiana, que conserva su conocimiento en latín como heredera también de Roma, es tan europea como Francia o Alemania y sin embargo emprende un desarrollo en lo político y en lo económico singular y que se adelanta a cualquier otro país de su entorno. En Inglaterra nace la democracia moderna, se inicia la industrialización y se construye un imperio que llegará al siglo XX con una vitalidad que no tendrá competencia.

La insularidad que convierte a los ingleses en ciudadanos de un mundo aparte y permite, tras la tormenta que los deja incomunicados de Francia, aquella frase célebre de 'El continente aislado' es la misma que los protege y les permite ensayar lo que ningún otro país ha podido todavía. Maurois, que busca las causas de que Inglaterra haya tenido un desarrollo tan distinto al de Francia, explica que "Inglaterra, resguardada de las invasiones extranjeras por su cinturón líquido (...), no tiene como preocupación básica la de proteger sus fronteras contra la invasión ni sus provincias contra la anarquía, sino la de defender la libertad, la prosperidad y la religión de sus súbditos contra los ataques de un gobierno arbitrario."

Y ahí empieza la andadura hacia ese experimento que es encontrar una forma de gobierno novedosa donde el pueblo tenga la primera palabra.  Los ingleses pueden sacudirse el peso del gobierno de un rey, que los protege menos de lo que los oprime, porque no exigen buena parte de esa protección y pueden permitirse un estado débil desde el que construir un sistema moderno basado en un parlamento que los representa.

La Inglaterra primitiva y celta, invadida por las tribus sajonas con orígenes nórdicos gira hacia Europa en un episodio fundamental para el país y para el continente. ¿Habían ustedes oído hablar de la batalla de Hastings? Bien, tanto si la respuesta es que si como si es que no, disfrutarán con esta Historia de Inglaterra con la que sin duda ampliarán su conocimiento del país y hallarán muchas pistas para descubrir las raíces del presente.

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miércoles, 25 de noviembre de 2015

Las Encantadas. Derivas por Galápagos

Las Encantadas. Derivas por Galápagos

Charles Darwin – Herman Melville
Círculo de Tiza, 2015
195 pp.

Una edición extremadamente cuidada combina ahora dos textos clásicos, uno de Darwin y otro de Melvile, y muestra al lector la fascinación que, tiempo atrás, despertaron las islas Galápagos.


Charles Darwin – Herman Melville
Círculo de Tiza, 2015
195 pp.






Para el mundo de la cultura, el descubrimiento de las Galápagos supuso el encuentro con un paraíso que no tenía parecido en el planeta. Fue, para la ciencia y la literatura, motivo de fascinación.

Las versiones de dos viajeros contemporáneos se reúnen ahora en un solo libro que recoge el Cuaderno de bitácora de Charles Darwin a las islas Galápagos junto al relato del aventurero Herman Melville sobre esas mismas islas a las que llamó Las Encantadas.

Darwin es un aprendiz de naturalista cuando inicia este viaje, pero muy poco de lo que vino después habría sucedido de no haber participado en él. Hubo que esperar al cénit de sus capacidades como científico para que cuajara su famosa tesis sobre el origen de las especies.

En su cuaderno de viaje va enumerando sus encuentros con la fauna y con la flora que descubre:

“El día en el que visité los pequeños cráteres hacía un calor asfixiante, y me era difícil y fatigoso abrirme paso por la superficie áspera y rugosa, y entre la maraña de matojos, pero me di por bien pagado al contemplar una escena ciclópea: en mi camino hallé dos tortugas gigantes cada una de las cuales debía de pesar al menos 90 kilos. Una comía un trozo de cactus, y al acercarme, me miró y luego se alejó tranquilamente, la otra soltó un silbido penetrante y escondió la cabeza.”

“Había abundancia entre las rocas de grandes lagartos negros, de entre metro y metro y medio de largo; y en las colinas, otra especie en igual número. Vimos varios ejemplares de esta última, los había que se alejaban torpemente de nosotros. Otros reptaban al abrigo de sus agujeros. Describiré a su debido tiempo con mayor detalle los hábitos de ambas especies de reptiles."

Y junto al texto de Darwin, está también el relato de Melville, como dos caras de una misma moneda. Porque a diferencia de Darwin, Herman Melville tenía la mirada puesta en la trascendencia y su relato de Las Encantadas está saturado de signos de la naturaleza que presentan, por ejemplo, a las tortugas y las ballenas como animales poseídos por una rara razón, como seres de otro mundo.

“Aquella noche, mientras yacía en mi hamaca, puede escuchar los pasos cansinos de los tres pesados huéspedes por la atestada cubierta del buque. Tan grande era la estupidez o la obstinación de aquellas criaturas que jamás se desviaban ante ningún obstáculo. Una de ellas dejó de moverse justo antes de la guardia de medianoche. Al alba la encontré empotrada como un ariete en la base firme del palo mayor, luchando encarnizadamente para abrirse un paso imposible. La creencia de que estas tortugas son víctimas de una condena, o de un hechizo maligno, o tal vez de un encantamiento diabólico, parece sustentarse en ese caprichoso afán que con tanta frecuencia las domina.”

Charles Darwin, por su parte, se asoma a la naturaleza con la mirada desprejuiciada que le permite acercar los animales al ser humano, incluso los de formas más extravagantes. Una mirada que acabó por demostrar nuestro común e incuestionable parentesco con ellos.

Otra diferencia entre ambos relatos es que las Galápagos cambian de nombre. Melville las llama Las Encantadas, como las conocían los navegantes españoles, pues todo en ellas parece obra de un encantamiento. En la descripción inicial del archipiélago parece estar hablando de un paisaje lunar, una erupción de gibas surgidas de un mar de ceniza, algo cercano al averno.

Darwin, con una sensibilidad distinta, desmitifica las islas con la concepción del hombre de ciencia. Pero esa concepción, basada en el análisis y el estudio, no le impide expresar su asombro ante una naturaleza intacta, incontaminada por el hombre. El relato de Darwin demuestra por encima de todas las cosas que hubo una Edad de Oro de la tierra. Él la llamó la “Mansedumbre de los pájaros”.

Una edición extremadamente cuidada combina ahora los dos textos clásicos y ofrece una mirada nueva al lector de hoy. Una mirada que devuelve al presente la fascinación de quienes tiempo atrás contemplaron ese "archipiélago encantado" y que se complementa, en esta edición, con una bella serie de ilustraciones de la época sobre algunas de las especies, vistas en el lugar por primera vez por el hombre, y que van a resultar el mejor acompañamiento para la lectura.

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martes, 3 de noviembre de 2015

Tangerina

Tangerina

Javier Valenzuela
Martínez Roca, 2015
324 pp.

Tangerina es un relato que nos lleva al Tanger de hoy y al de ayer, de lectura amena, ligero e intrigante desde el principio al final.


Javier Valenzuela
Martínez Roca, 2015
324 pp.





El nombre de Tánger resuena con un halo de misterio, ligado más a la ficción de una película o de una novela que a la realidad. Aunque al pensar en Marruecos muchas otras ciudades vienen a la memoria antes que Tánger, lo cierto es que la ciudad sigue siendo la indiscutible capital del norte y un enclave fundamental en el país.

Poco queda del Tánger colonial o del que estuvo bajo administración internacional hasta poco después de terminar la Segunda Guerra Mundial, aparte del nombre de algunas calles. Fue aquel Tánger el que eligieron intelectuales y bohemios americanos y europeos, ricos, con ganas de vivir en un lugar fascinante al margen del ambiente de cualquier otra ciudad en el mundo y al amparo de una atmósfera permisiva donde era posible transgredir las buenas costumbres que imperaban en sus lugares de origen.

A aquel Tánger y al de hoy es a donde nos lleva la novela de Javier Valenzuela, que añade además el sabor que dejó en los españoles la época del protectorado. Unos años en que una parte importante de Marruecos se convirtió en hogar de familias peninsulares que hicieron en el país su vida, lo sintieron también como algo propio y recuerdan todavía algo de aquellos tiempos.

La novela de Valenzuela es un entretenimiento que nos habla del Tánger de hoy pero que no renuncia al viejo glamour de la ciudad. Estamos frente a una especie de novela negra a la que no viene mal un toque de miseria, un poco de sordidez. Y para ello, la idea de un Tanger que ha perdido el camino hacia la modernidad es un excelente atributo. El renacer de las capitales imperiales -Rabat, Fez, Marrakech, Meknés...- ha discurrido en paralelo al declive de Tánger, perdida su internacionalidad y abandonado por su colonia de espías y por esos visitantes escandalosos que le daban lustre. Ahora aparece en la novela de Valenzuela como una ciudad decadente sin brillo especial y donde sin embargo anidan la delincuencia, los islamistas radicales y toda clase de asuntos turbios que combinan dinero, drogas, policía y poderosos intereses internacionales.

A partir de un comienzo aparentemente anodino, la trama de Tangerina se complica para convertirse en un embrollo que envuelve al sorprendido protagonista de la historia, un profesor del Instituto Cervantes sin vocación alguna de complicarse la existencia. Un profesor que nació en la ciudad porque sus padres vivieron en ella en la época donde todo era glamour para la colonia de los extranjeros.

Personajes de ficción se mezclan en la novela con personajes reales, al tiempo que la narración va jugando con saltos entre el presente y el pasado y se perfila poco a poco el retrato de la ciudad donde lo heredado de ayer aparece todavía vivo y ayuda a entender y matizar el Tánger de hoy.

Tangerina es un relato de lectura amena, ligero e intrigante desde el principio al final. Es un juego que nos lleva al Tanger de hoy y al de ayer al hilo de una trama en la que no faltan las sorpresas, ni los líos que mantienen vivo, a lo largo de las páginas, el interés del lector. Es una buena ocasión para relajarse y dejarse llevar por el exotismo de una ciudad mítica y por la curiosidad de averiguar cómo discurrirá la acción.

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jueves, 22 de octubre de 2015

Regreso a Innisfree y otros relatos irlandeses

Regreso a Innisfree y otros relatos irlandeses

Chesús Yuste
Xordica Editorial, 2015
193 pp.

Diez cuentos sobre temas tan diversos como inesperados componen este 'Regreso a Innisfree', irónico, entretenido y de aroma inconfundiblemente irlandés.


Chesús Yuste
Xordica Editorial, 2015
193 pp.





La literatura irlandesa tiene suficientes escritores de primerísimo nivel como para que no haga falta que ninguno venido de fuera cuente lo que es el país. Pero incluso no haciendo falta, es más que bien venida esta selección de diez cuentos que Chesús Yuste reúne en este Regreso a Innisfree. La literatura irlandesa nos tiene acostumbrados a los relatos que condesan el alma del país. El whiskey -con i griega al final- la camaradería en el calor del pub, las discusiones interminables entre contertulios, y también el recuerdo de la miseria y la sordidez de la clandestinidad en la lucha por la independencia han sido los temas sobre los que se ha construido en buena parte de la literatura el paisaje de la Irlanda cotidiana.

No está claro si el carácter tan especial de Irlanda y de la vida de los irlandeses es el resultado de la dura confrontación con la poderosa Inglaterra o es el origen de ella. Pero es cierto que los irlandeses han disfrutado poniendo de relieve sus particularidades y sus rarezas, a menudo contadas con ingenio y con indudables dosis de humor.

Con Chesús Yuste la perspectiva cambia. Sigue centrado en escenas o relatos de la vida cotidiana pero con él la atmósfera deja de ser opresiva y el sabor de la cerveza y de las conversaciones a voces que llenan el aire de los pubs se disipan para hacerse más transparentes y livianos.

El humor y la sorpresa son los aliados de Yuste cuando trata de esos mismos temas alrededor de los cuales se han movido tantos autores irlandeses. Pero con él el relato es fresco, y los secretos que esconde son un guiño que ayuda a quitarle tensión a una vida sobre la que pesa la niebla, el frío, la lluvia y una vieja historia llena de penalidades.

Las honduras del alma irlandesa están presentes en los cuentos que va hilvanando Chesús Yuste en este Regreso a Innisfree. Cuentos en los que aparece tanto la Irlanda del presente como el continuo reflejo de esa otra Irlanda cuyas raíces siguen vivas y sin la cual el país que contemplamos hoy perdería su sustancia.

Diez cuentos sobre temas tan diversos como inesperados componen esta colección de aroma inconfundiblemente irlandés. Diez cuentos que entretendrán al lector con una sonrisa en el semblante y que le acercarán, desde ángulos distintos cada vez, a la Irlanda de siempre.

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jueves, 8 de octubre de 2015

Asán

Asán

Vladimir Makanin
Acantilado, 2015
509 pp.

Asán es una excelente novela, llena de humor, sobre una historia terrible: la guerra de Chechenia


Vladimir Makanin
Acantilado, 2015
509 pp.






El desarrollo de Rusia no se entiende sin sus fronteras, convertidas siempre en zonas de fricción, e incluso, en tiempos de paz, en áreas de potencial enfrentamiento. Ucrania ahora, Crimea ayer, Osetia un poco antes, Abjacia como aperitivo de Osetia y Chechenia. Una Chechenia que dio para dos guerras y que sigue latente como conflicto sofocado aunque no enfriado del todo.

¿Serán los países Bálticos los próximos, como ha sugerido Putin con la boca pequeña?

El asesinato del líder opositor Boris Nemtsov  ha vuelto a levantar la liebre sobre el viejo conflicto en el Cáucaso cuando las primeras sospechas han abierto el melón de la pista chechena y, de nuevo, el díscolo país caucásico ha vuelto a la primera página de los periódicos y ha recuperado su puesto destacado en la lista de las peores amenazas de Rusia.

¿Pero cómo fue el conflicto checheno, esa guerra relegada al olvido y cuyos rescoldos siguen amontonando interrogantes acerca de cómo va a terminar? Vladimir Makanin regresa al tema con una novela totalmente alejada del análisis político. Aunque con horizontes suficientemente amplios para que el lector pueda dar rienda suelta a sus propias interpretaciones y llegar por sus medios a conclusiones entre interesantes y sabrosas.

Makanin no vuela en la elevada atmósfera de la geoestrategia ni en la interpretación del laberíntico proceder del Kremlin. Va directamente a tierra, a un microcosmos dentro del ejército federal (es decir el ruso) a través del relato de un oficial de graduación media. Habla de la guerra. Y, como todas las cosas que se alargan en el tiempo, habla de ella como algo cotidiano donde, lo mismo que en el mundo en tiempos de paz, los hay que prosperan y se buscan la vida y los hay que la sufren dentro de ese pelotón de los torpes compuesto por quienes no se han sabido espabilar.

Makanin evita el horror. Y apuesta por la caricatura, por ese juego donde, siguiendo las mismas convenciones de las películas de dibujos animados, los muertos bien muertos no causan dolor sino más bien risa y se añaden, como la leña al fuego, al cúmulo de despropósitos que componen la historia que se cuenta.

Nada hay en el relato de Makanin de la angustia de los soldados amenazados de muerte por continuas emboscadas ni de los partisanos chechenos enfrentados al ejército de una potencia a la que no podrán vencer. Su mirada se centra en los tejemanejes de unos cuantos oficiales que se dedican al trapicheo con gasolina o con armas en una especie de suplantación de la guerra por un reflejo de la vida civil donde lo importante es el negocio y el sacar provecho de cualquier cosa que se mueva.

La verdad es que Asán resulta una novela divertida y totalmente amoral. Pero el enfoque de Makanin no parece un azar. Seguramente, su versión despiadada de las trapacerías que cuenta resulta la única manera de hacer digerible el horror de la guerra y de volver a hablar de ella y de su absurdo. La verdadera protagonista de la novela es la corrupción, una corrupción que según se mire es casi una bendición porque engrasa los engranajes del sistema. Permite que la guerra fluya.

En la ficción de Makanin la realidad es que nada funciona. Toda la maquinaria de guerra, la aviación, los helicópteros, los vehículos blindados, las comunicaciones componen una madeja de incompetencia absoluta donde la corrupción ayuda a poner orden. Desde fuera del sistema -o desde dentro, según se mire- la corrupción echa una mano para resolver lo que el ejército no consigue. Aporta combustible, hace favores y actúa casi de ong con la población chechena que necesita para sobrevivir lo mismo que el ejército ruso: gasolina y armas.

En el tejido de ese disparate que es la guerra en lugar del horror Makanin tira de los hilos del humor. Y confunde los papeles de los personajes que se convierten o en ridículos o en unos delincuentes contumaces que dominan el oficio de nadar en las aguas más revueltas. Los 'chechis' son los enemigos, o los amigos según se tercie, el compadreo es la relación entre los oficiales demasiado resabiados para ceñirse al torpe sistema de la jerarquía, la picaresca contribuye al juego de farol al que obliga la guerra para hacer tratos, tanto con los amigos como con los enemigos.

Asán es una excelente novela, apta para no sufridores, sobre una historia terrible. Y es una novela que a pesar de los años transcurridos desde la guerra de Chechenia sigue siendo actual. Cuenta de Chechenia y también de Rusia y, por ello, atraerá el interés del lector que se verá arrastrado por la curiosidad de hasta dónde llegará todo ese absurdo.

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viernes, 25 de septiembre de 2015

La memoria del Ararat. Viaje en busca de las raíces de Armenia

La memoria del Ararat

Xavier Moret
Península, 2015
270 pp.

La poderosa atracción de lo desconocido es la llama que prendió en el ánimo de Xavier Moret para viajar a Armenia y contar su experiencia a lo largo de un recorrido que lo iba a llevar por los rincones más diversos. Y será el estímulo que llevará al lector a no perderse este libro lleno de interés.



Xavier Moret
Península, 2015
270 pp.





Para buena parte del mundo, Armenia se sitúa entre alguno de esos mitos envueltos en la nebulosa de la historia llenos de interrogantes y de incertidumbres. Presente y pasado se mezclan para dar al país la imagen de una tierra desconocida y con el misterio de estar situado entre Europa y Asia, perdido entre las montañas del Cáucaso y del que llegan noticias más propias de una leyenda que de la realidad.

Este mito y la poderosa atracción de lo desconocido fueron la llama que prendió el interés de Xavier Moret por viajar al país y por contar su experiencia a lo largo de un recorrido que lo iba a llevar por los rincones más diversos. No hay mucho escrito sobre Armenia y menos aún escrito en español y en fecha reciente, de modo que el libro que ahora se publica está lleno de interés. Un interés al que se añade el hecho de que Armenia se presenta ante el lector, lo mismo que se presentó ante Moret, como un lugar a descubrir, lejos de los destinos demasiado trillados a los que viajar.

La memoria del Ararat tiene el formato de un libro de viajes. Es casi un diario, escrito con agilidad y de lectura fácil. Discurre, siguiendo el recorrido del autor, por distintos ambientes de Armenia -por ciudades, por el campo, por pueblos, montañas, monasterios y lagos...-  y se sostiene en buena parte en las conversaciones que Moret va teniendo con quienes entra en contacto y de las que espera entender lo que ha sido el país y lo que es hoy. Un continuo diálogo basado menos en las preguntas que en las respuestas porque lo cierto es que Armenia es un país muy particular que pide desentrañar el origen de su extraordinaria  personalidad y los pormenores de su historia única.

Armenia ha sido siempre un bastión en lucha con sus poderosos vecinos. Y, situada en el corredor que unía Europa con Asia, un país sujeto a amenazas constantes. Ningún otro pueblo pudo sobrevivir a lo largo de un período de tiempo tan largo en medio de un territorio tan hostil. Pocas naciones han tenido como la armenia que sostenerse a base de alianzas con el menos malo de sus enemigos para no sucumbir frente a los demás, aun peores. Persas, bizantinos, otomanos, rusos, turcos... han mordido sus fronteras y han generado en la población un espíritu resistente y un orgullo nacional de solidez inquebrantable.

Pero por supuesto, la gloria de sobrevivir a tanta adversidad ha tenido un enorme precio. Armenia se sostiene sobre la tragedia y sobre el desgarro que acompaña a la violencia. Una violencia que se ha cebado sin piedad sobre la nación armenia y que tuvo su punto culminante en la matanza de 1915 a manos de los turcos que exterminó a dos millones de personas. Y que dio lugar a una diáspora de la que resulta que la mayor parte de los armenios -diez millones en números redondos- vivan hoy fuera de Armenia.

¿Armenios, cuando son argentinos, iraníes o norteamericanos de segunda o de tercera generación? Armenios, porque la nación armenia se sostiene sobre símbolos y mitos que la han unido y le han dado conciencia propia a lo largo de los siglos frente a las más diversas circunstancias. El alfabeto armenio, las traducciones de textos griegos y romanos cuando Europa estaba sumida en la edad media, la condición cristiana de la población cercada por el mundo musulmán, la arquitectura, y los héroes -reyes, santos, guerreros- dieron lugar a una cultura que se conserva hasta hoy y en torno a la cual gravita el país y esa enorme diáspora que desborda la frontera y compone otra especie de país que añora al primero, al real, y hace de él otro mito.

Y es ese mito el que trata de desentrañar Moret y que causa una suerte de decepción cuando se contrasta con la realidad. Armenia resulta ser un país pobre y en buena parte destruido. Montañas agrestes, más apropiadas para convertirse en refugio que para ser tierras de labor, y espacios pedregosos y áridos componen buena parte de un territorio con clima extremo, sin salida al mar y con pocos recursos. Un territorio empobrecido además por su condición, hasta no hace mucho tiempo, de república integrada en la Unión Soviética y por la pérdida de una gran parte de la población.

Orgullo nacional, orgullo por disponer de un país independiente tras el desmoronamiento de la URSS, orgullo por la solidaridad de la nación armenia en la diáspora que ha volcado sobre la vieja patria cantidades ingentes de dinero forman la cara luminosa de un país que mira al futuro con determinación. Pero hay también una cara oscura llena de interrogantes. En su recorrido, Moret nos avisa del panorama desolador que resulta de ver que en las calles de los pueblos 'muchos (de los balcones) están deteriorados y amenazan ruina. Y no sólo los balcones: las casas están hechas polvo'. Al mismo tiempo, y a pesar de su compromiso con el país, muchos armenios que siguen viviendo en él no le ven futuro y piensan en emigrar. Y tampoco la relación con los vecinos es fácil. Turquía y Armenia sostienen un viejo y grave desencuentro que nace del genocidio de 1915 y con Azerbayán Armenia mantiene un alto el fuego en una guerra inconclusa por la que esta última se apropió de la región del Alto Karabaj cuando Azerbayán era un país pobre y no disponía de los ingresos del petróleo ni del ejército del que se ha dotado en la actualidad.

La memoria del Ararat es un vuelo sobre la superficie de Armenia con el que Moret busca encontrar las claves para entender la realidad de este país nuevo y antiguo al mismo tiempo, lleno de contradicciones y asentado sobre antiquísimas raíces que parecen no haber perdido fuerza en la configuración del presente. Es un libro oportuno para quienes sienten interés por la situación siempre inestable del Cáucaso, ante el centenario que vuelve a poner de relieve la tragedia del genocidio armenio y para los amantes de los viajes que sienten curiosidad por ese país esquivo para la literatura y que ahora encuentra en Xavier Moret quien fija la mirada en él.

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jueves, 20 de agosto de 2015

Australia. Biografía de una nación

Australia. Biografía de una Nación

Phillip Knightley
Almed, 2014
544 pp.

Con la lectura de Australia-libro, el suflé idílico de Australia-país se deshincha y una realidad hecha de penalidades, de tremendas injusticias y de feroz violencia toma cuerpo para componer un mosaico más equilibrado y objetivo de cómo han sido las cosas


Phillip Knightley
Almed, 2014
544 pp.






No hay países sin historia, por corta que ésta nos parezca. Y no hay historia que no sea interesante y mucho más compleja de lo que pueda aparentar a primera vista. Tampoco hay país que no sorprenda cuando se bucea en él y se busca lo que hay debajo de su superficie. Por ello es oportuno recomendar la lectura de este libro, Australia, que profundiza en un país del que, por lo general, sabemos poco y del que nos llegan sobre todo imágenes de una población próspera y feliz, alegre, juvenil y saludable.

A pesar de las apariencias en Australia no ha sido todo fácil, ni su historia ha transcurrido sin contradicciones y fuertes desgarros. Aislado, enorme en extensión y escasamente poblado, el país no ha sido un lugar libre de incertidumbres y amenazas: libre de las mismas 'maldades' que han afectado a los demás. Al menos así lo expresa quien asegura "Me gusta la forma en la que hemos sido capaces de joder aquí las cosas, tan bien como en cualquier otro sitio y en la mitad de tiempo".

Con la lectura de Australia-libro, el suflé idílico de Australia-país se deshincha y una realidad hecha de penalidades, de tremendas injusticias y de feroz violencia toma cuerpo para componer un mosaico más equilibrado y objetivo de cómo han sido las cosas.

Phillip Knightley, el autor, es periodista, un oficio que para un país tan joven como es Australia es quizás más conveniente que el de un historiador para hacer las radiografías sobre las que componer un relato. Desde luego, Australia no es un país 'normal'. El autor recoge al principio del libro una serie de escenas de vida cotidiana que sitúan al lector ante un lugar donde la vida es distinta a la del resto del planeta. Un lugar hecho de enormes distancias, con una población muchas veces aislada, con inventiva, solidaria y positiva.

Australia es un país sin complejos, de gente satisfecha, de individuos y familias que corrieron el riesgo de apostar por lo desconocido. Gentes para quienes disfrutar de la vida no es sinónimo de holgazanería sino un signo de identidad y de reconocimiento de las virtudes de su país. Incluso se diría que la evolución ha buscado aquí un camino distinto del que nos contó Darwin y en lugar de embarcarse en la lucha por la supervivencia del más fuerte eligió el camino de la cooperación como manera de sobrevivir a un entorno generalmente hostil. El compañerismo y la confianza mutua están en las raíces de la relación de unos con otros en Australia.

Pero esta visión tan positiva se vuelve enseguida confusa porque por debajo discurren contradicciones que empujan al mismo tiempo en direcciones contrarias. Muchos de los australianos son descendientes de antiguos presos, deportados de Inglaterra o expulsados por el hambre de Europa. Seguramente esta extracción les alejó, por un lado, de las ideologías radicales y fomentó un entendimiento en torno a un ideal de justicia y de búsqueda de lo razonable. Mucho de ello hay, sin duda, en el hecho de que, al cabo del tiempo, al llegar el año 2000, más de la mitad de cada dólar recaudado por el gobierno se gaste en salud y en asistencia social. Pero por otro lado, la ambición, la búsqueda del poder, los mismos vicios e intereses insanos que los siguientes inmigrantes trajeron desde Europa o que impuso la administración del Imperio Británico afloraron también en Australia y lo hicieron con la misma intensidad con que lo habían hecho en cualquier otro lugar.

La discriminación de la mujer estuvo a la orden del día y se defendió con ahínco. Y sobre todo el racismo se desarrolló de forma violenta y cobró carta de identidad entre los australianos más cultivados y los menos. La idea de la supremacía del hombre blanco, la de la limpieza de la sangre, el horror a la mezcla se introdujo en la mentalidad de las gentes y se convirtió en una de las bases de la conciencia nacional. Y de ahí a la caza del nativo no había más que un pequeño trecho. He dicho caza, porque ese es el término que mejor describe el exterminio que se produjo de la población maorí.

Y no sólo eso, porque no hay campaña de grandes vuelos que no se apoye en alguna teoría. Los australianos argumentaron bien a las claras la necesidad de alinearse con el racismo. "(Las) personas de sangre aborigen casi invariablemente se emparejan con blancos de la peor calaña y, en muchos casos, las hembras se convierten en prostitutas" decía un informe oficial, de modo que el peligro de propagación de esa tara afectaba al país entero. Una operación de control de los mestizos se desarrolló al mismo tiempo en forma de secuestro de los hijos de sangre mezclada que el Estado apartaba de sus familias y llevaba a centros de reeducación para borrar cualquier traza de sus orígenes.

Y ¿de qué época estamos hablando? Pues de los años 30 hasta mediados de los años 60 del siglo XX. ¿Y de cuántos casos? Pues de cien mil, que no es poca cosa. Un apunte más: hasta 1973 no se legisla que para ser australiano no hace falta ser blanco.

Pero vayamos un solo paso más allá para llevarnos otra sorpresa. "Entre 1931 y 1932 Australia estuvo más cerca de la guerra civil que en ningún otro período de su historia" nos dice Phillip Knightley refiriéndose a los conflictos sociales que se agudizaron con el descalabro económico que siguió a la crisis del 29. Movilizaciones del ejército federal, los de los estados, de los ejércitos clandestinos de las 'derechas' y de las 'izquierdas' sembraron el país de violencia y lo dividieron de forma que parecía irreconciliable.

Nada de todo eso imagina quien en Sidney pasea hoy por The Rocks o junto al extraordinario edificio de su Ópera. Nada de este pasado traumático aparece ante quienes viajan hasta el gran arrecife de coral y toman el sol en las playas plácidas y alegres de la costa este. Por ello, esta 'biografía de una nación', como indica el subtitulo del libro, resulta tan interesante y se hace tan aconsejable. Para quienes no conozcan de cerca lo que fue Australia, su lectura será la mejor ayuda para poner en su sitio a esa nación-continente que contemplamos como un país de éxito pero que tampoco lo tuvo fácil para llegar al punto donde la encontramos hoy.

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jueves, 6 de agosto de 2015

La casa de hielo. Veinte pequeñas historias rusas

La casa de hielo. Veinte pequeñas historias rusas

Serena Vitale
Marbot, 2014
197 pp.

'La casa de hielo' es un pequeño divertimento hecho a base de veinte relatos cortos ambientados en la Rusia que va desde principios del siglo XVIII a finales del XIX.


Serena Vitale
Marbot, 2014
197 pp.







Hay libros de historia y los hay de historias. La casa de hielo es más bien de los segundos. Serena Vitale, la autora, es especialista en literatura rusa y, de pasada, lo es también en cultura rusa. Y con estos mimbres ha emprendido lo que parece un pequeño divertimento que consiste en crear una serie de veinte relatos cortos ambientados en la Rusia que va desde principios del siglo XVIII a finales del XIX.

Todos los relatos -las pequeñas historias rusas, como las anuncia el subtítulo del libro- tienen un trasfondo histórico explícito. No hay en ellas campesinos pobres ni más miseria que la imprescindible para construir la periferia del argumento. Los personajes son miembros de la familia real, nobles, hombres ricos, funcionarios... aunque no a todos la vida les haya ido bien.

Justamente, eso es la Rusia indómita y en tantas ocasiones cruel que trata de desvelar la autora. Detrás de la literatura compuesta por dramas enormes a lo largo de una historia poblada de personajes terribles, de gobernantes opulentos y de tragedias y maldades extraordinarias, Serena Vitale busca construir, en forma de historias cortas, una suerte de vida cotidiana que acompañe a la gran historia. Se inventa, a partir de un exhaustivo conocimiento del mundo ruso, una especie de historia menor, a escala más doméstica, para servir de contrapunto a los grandes acontecimientos.

Quienes no estén muy versados en la historia de Rusia harán bien en asomarse a wikipedia para situar a zares y a emperatrices y otros acontecimientos que marcan los tiempos del relato. El hacerlo no es ningún estorbo porque con ello cada una de las pequeñas historias que componen el libro cobra la dimensión histórica que le corresponde.

Si a la autora le interesa descender del zócalo donde se sitúa la gran historia para enmarcarla en la cotidianidad sobre la que transcurre, al lector le será útil recorrer el camino contrario y poner la cotidianidad en relación con la historia de la que forman parte y son partícipes los personajes principales.

Veinte pequeñas historias inventadas, distintas unas de otras, llenas de guiños a la realidad, cargadas de detalles, mundanas o trágicas, inverosímiles o razonables se ofrecen al lector para jugar con la gran literatura y sacarla de la ficción, desde la que fue escrita, a través de esta otra ficción que pretende hacerla aterrizar para acercarnos a una Rusia mucho más real.

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lunes, 6 de julio de 2015

El camino cruel

El camino cruel

Ella Maillart
La línea del horizonte, 2015
226 pp.

Apasionante el viaje de Ella Mallart por Turquía, Persia y Afganistán y su relato lleno de sensibilidad y de inteligencia.


Ella Maillart
La línea del horizonte, 2015
226 pp.






No hay dos viajes iguales, del mismo modo que tampoco ha y dos libros de viajes iguales, aunque el recorrido sea el mismo y sean escritores de talento y experimentados quienes hablen de él.

El autor, o en este caso la autora, es especialmente relevante porque su relato mezcla a la persona con el viaje y es esta combinación 'esencial' la que añade profundidad al libro, le da sentido y le da también su carácter extraordinario. Es decir la que lo convierte en un relato único.

Hablemos un momento de la autora, porque 'El camino cruel' se enmarca en esta literatura escrita por viajeros ingleses y centroeuropeos que se asoman al mundo cuando todavía eran pocos los que viajaban, cuando podíamos hablar de una aristocracia viajera compuesta por escritores cultos, pero sobre todo, personalidades singulares que miran casi siempre a Oriente tratando de alcanzar el mito o el misterio de algo que Europa perdió en su carrera hacia el progreso o que nunca tuvo, porque su cultura resulta menos sabía de lo que imaginábamos.

Ella Maillart forma parte del selecto grupo de estas personalidades únicas. Nace en Suiza a principios del siglo XX y muy pronto se va a vivir a Francia, a Inglaterra y a Alemania. Se dedica al deporte, en una época en que pocos hombres y menos mujeres aún lo hacían, y participa en los Juegos Olímpicos de 1924. Viaja, todavía joven, por este mundo cerrado que era la Unión Soviética y abre con ello la puerta a una serie de viajes extraordinarios que efectuará por Asia.

¿Por qué un camino cruel? Porque el viaje por Asia del que nos habla la autora no va a ser un camino fácil a pesar de la ilusión con que lo emprende. El objetivo, llegar a Hindu Kush desde Suiza en un flamante Ford para investigar una tribu perdida entre montañas, resulta embriagador. Una aventura apasionante, llena de retos, de incertidumbres y de promesas, se abre ante una viajera que ya no es tan joven a pesar de su espíritu atrevido.

Pero la intensa emoción del viaje encierra el profundo desasosiego de una huída, de dejar atrás una Europa amenazada por el inicio inminente de la Segunda Guerra Mundial. Una guerra que se siente tan próxima que empieza a vivirse ya y enturbia la ilusión de cualquier proyecto. Y aún hay más: la autora viaja con su amiga y amante, depresiva e inestable para quien el viaje es también una huida y una promesa de recuperación como si de un bálsamo se tratara.

El viaje de Ella Maillart es un viaje profundo y en su relato aflora toda su inteligencia y su desbordante sensibilidad. No es sólo la historia personal que lleva a cuestas lo que condiciona y da vida a su relato. Es además la larga y extraordinaria historia que encierra el camino que recorre -Turquía, Persia y Afganistán- lo que añade nuevas dimensiones a todo lo que cuenta.

No es la primera vez que Maillart hace este viaje. Lo ha hecho antes a la sombra de su dedicación a la etnología y de misiones arqueológicas que le han permitido conocer a fondo la historia, la cultura y las gentes de este viejo crisol de civilizaciones que es la ruta entre Europa y Asia, en el que dejaron huella los más diversos pueblos.

Ahora Maillart vuelve cuenta su experiencia con la intensidad de quien vive cada momento y con la admiración de quien se sabe en la cresta de una aventura como es la de dos mujeres solas en coche por caminos donde todo es azaroso y donde la suerte y la picardía intervienen en el día a día para seguir camino adelante.

Ella Maillart se mueve por países y por ambientes que en buena medida son hoy diferentes aunque hayan heredado muchos de los rasgos que ella descubrió. Impresiona el modo como cuenta la atmósfera turbadora que la desborda en el mausoleo del Imán Reza en la ciudad santa de Mashad. Una abrumadora expresión de religiosidad que la envuelve, cargada de misterio y de amenazas, sofocante pero al mismo tiempo que desvela la profundidad de un islam que el extranjero nunca alcanza a comprender porque parte de raíces distintas a las suyas y no tiene los medios para introducirse en él.

Impresiona también su arrebato ante el aparentemente sencillo dibujo de los azulejos persas en los que ve un destello de perfección que refleja, lo mismo que la armonía en la música o el rigor de la lógica, la fascinante complejidad de la arquitectura de la inteligencia humana.

E impresiona su embelesamiento ante el carácter de los afganos, salvaje e íntegro como en ningún otro lugar puede hallarse, y que hace de Afganistán un país tan excepcional en el entorno de Asia como lo es Suiza en el de Europa.

Reflexiones profundas, consistentes y siempre oportunas discurren y al lado de las incidencias prácticas -que son muchas- a lo largo del viaje. El paso de las fronteras, el hacer de los funcionarios, el alojamiento tantas veces precario, la gente... y el encuentro con paisajes poderosos y con monumentos -los malogrados budas de Bamián- que ya eran míticos entonces, componen, junto a tantas reflexiones, el relato de esta experiencia apasionante. Una experiencia, como resalta la autora, también cruel porque las dificultades de la vida y todas sus contradicciones asoman a lo largo de todo el relato y muestran la torturada complejidad de la inteligencia humana.

Apasionante el viaje de Ella Maillart y su relato. Oportunísima la reedición del libro ahora, cuando dábamos por leídos a los clásicos y habíamos casi olvidado su gran atractivo. Y especialmente interesante el regreso a los años cuarenta en países como Afganistán, Irán y Turquía que hoy son el centro de atención por tantos motivos.

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martes, 23 de junio de 2015

Océano África

Océano África

Xavier Aldekoa
Península, 2014
296 pp.

No hay lloriqueo en Océano África, hay reflexión, hay información, hay la experiencia de un viajero acostumbrado a contar y a extraer de cuanto ve mucho más que un puro suceder de acontecimientos.



Xavier Aldekoa
Península, 2014
296 pp.





Xavier Aldekoa tiene la habilidad de contar sus viajes como si fueran cuentos. Lo suyo es jugar con la realidad y con la ilusión de haber encontrado lo desconocido, es aproximarse a lo terrenal y al mito que el viajero tiene en mente. Un mito del que saca ánimo para ir más allá y alcanzar horizontes nuevos. Aldekoa cuenta que pertenece a dos familias, la de los reporteros y la de los viajeros. Dos familias que podrían confundirse aunque son distintas porque a una la mueve la realidad y a la otra la curiosidad.

Hay algo de recuerdo infantil en Xavier Aldekoa. Algo que no desmerece sino todo lo contrario. Es el aroma de la seducción que el lector sentía al escuchar los cuentos de pequeño y que ahora ve aflorar al recorrer las calles de una ciudad que no es la suya, al escuchar los murmullos y las voces de gentes desconocidas al hablar, al sentirse envuelto en un mundo de colores, de olores y de luces que no son los propios porque pertenecen a otro lugar, porque le son desconocidos.

Pero el relato de Xavier Aldekoa, con todo el encanto que pueda tener el hecho de poner un pie en lo desconocido, no es un relato necesariamente amable. Es África y el continente africano no es algo que se pueda mirar bajo foco de una sola luz. Los lados oscuros son muchos y nuestro autor los conoce bien.

Xavier Aldekoa ha vivido en África y ha ejercido allí de corresponsal en guerras, en países que las sufrieron no hace mucho y en países que las han tenido menos cerca y no por ello se puede decir que estén en paz consigo mismos. África es un continente duro y amable a la vez, extremadamente cruel y humano, un continente donde el miedo profundo y la alegría se dan la mano y conviven a veces a lo largo de generaciones.

Océano África es eso. Es, en primer lugar, el reconocimiento de la inmensidad y de la hondura que posee todo cuanto encierra en su territorio. Y es, a través del título, el homenaje y el reconocimiento a un continente ignorado y a menudo maltratado.

Un recorrido por buen número de países a lo ancho y lo largo de las tierras africanas articula el libro de Aldekoa. Un recorrido que al lector le da la sensación, a cada poco, de estar empezando un libro distinto y de estar aprendiendo cosas nuevas contemplando este inacabable abanico de realidades a las que se asoma en su lectura.

"Yo viajo a África -dice el autor- para explicar que una niña congolesa se ata bolsas de plastico en los pies porque no tiene zapatos (...). Para intentar entender que en el Congo la gente no mata por salvajismo, mata por interés (...) y para contar también que hay gente que no mata, que decide proteger a los suyos, arriesgándose a ayudar al vecino y aceptar que puede morir en el intento".

Mali, primero, el Congo después, luego Sudáfrica, a continuación Angola, después Camerún y la República Centroafricana... y así hasta cubrir veinte países distintos. Ninguno de ellos con una vida fácil, aunque tampoco vistos desde la óptica del pesimismo.

Allí donde el encuentro con el mundo moderno ha sido lento, se mantuvo el aire de esa África tradicional con sus tradiciones y su sabiduría. Cuando el encuentro fue más brusco, el resultado fue más traumático también y más desestabilizador porque el deseo de progreso de grandes masas de población se ha visto defraudado y ha creado el caldo de cultivo de toda clase de excesos y de aventuras por donde se abre paso la violencia.

Con todos los matices, África es un continente traumatizado. Si en Europa el optimismo es el resultado de la razón, porque la experiencia muestra que la sociedad entera ha seguido una senda de progreso, en África el optimismo nace del deseo, del deseo de alcanzar una vida mejor a pesar de la dura realidad sobre la que se asienta la vida de todos los días.

No hay lloriqueo en Océano África, hay reflexión, hay información, hay la experiencia de un viajero acostumbrado a contar y a extraer de cuanto ve mucho más que un puro suceder de acontecimientos. Y hay un lugar para el optimismo allí donde se abren espacios para que aflore una vida más humana. Leer Océano África es para el lector un encuentro con el África de hoy, con sus problemas, con sus herencias, sus amenazas... Es una pequeña lección acerca de lo que ocurre al continente que tenemos más próximo, dosificada con acierto y contada por una voz a la vez experta y cálida.

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miércoles, 17 de junio de 2015

La India

La India

Vicente Blasco Ibáñez
Gadir, 2014
263 pp.

En esta mirada sobre la India, Blasco Ibáñez ofrece un relato lleno de interés, un relato que se lee de corrido y en el que se reconoce a un país que ha cambiado con los años pero sigue fiel a sus raíces.


Vicente Blasco Ibáñez
Gadir, 2014
263 pp.





“Existen tantas Indias como religiones y las religiones son los grupos humanos que más difícilmente llegan a entenderse para marchar juntos”

Muchos son los libros que hablan de la India, hasta el punto de que uno más acaba pareciendo innecesario. Y más todavía si se escribió hace casi cien años, cuando el país del que se nos habla poco parece que tenga que ver con el que hoy nos interesa.

Pero hablemos del autor, porque seguramente el secreto de esta India que tenemos entre manos está ahí, en la personalidad y el talento de quien la ha escrito. Los que estudiaron a Blasco Ibáñez a través de la asignatura de literatura en el bachillerato es muy probable que tengan una opinión poco estimulante de él. Pero la realidad es que fue uno de los grandes de la literatura de su tiempo, no en España sino en el mundo entero. Fue, por poner un ejemplo, el lider de ventas en los EE.UU. en el año 1919 con su novela Los Cuatro jinetes de la Apocalipsis. Cuentan que fue el propio presidente de la República Francesa quien le pidió que escribiera sobre la Primera Guerra Mundial. Nuestro autor triunfó en Hollywood con su novela en una película que protagonizó Rodolfo Valetino y de la que se hizo una remake protagonizada por John Ford. Fue nombrado doctor honoris causa por la universidad de Washington y, con una fortuna considerable, se compró un Rolls Royce, capricho que se han podido permitir muy pocos de los que se han dedicado a la literatura.

Blasco Ibáñez fue un hombre de mundo, viajero y trabajador incansable. Y fue un hombre de una curiosidad infinita. De aquí que en los años 20 decidiera decidiera embarcarse en el Franconia para dar la vuelta al mundo y conocer de primera mano lo que luego contaría en La vuelta al mundo de un novelista del que La India, el libro del que tratamos ahora, es una de las partes.

Blasco Ibáñez es un hombre de 'izquierdas'. Republicano, liberal, anticlerical, partidario de los aliados durante la guerra del 14 y comprometido con la educación de las clases populares. Y ello haría esperar que de su visita a la India y a Ceilán el relato resultante fuera un panfleto contra el colonialismo. Pero el hecho es que ha visto demasiadas cosas como para comprometerse de manera excesiva y cargar contra una Inglaterra que ha hecho en la India una obra colosal. El autor se centra en un libro de viajes a la manera moderna. Su texto es casi el de un periodista atento a la realidad, a asimilar información y a transmitirla, a describir lo que ve y a centrarse en lo que le sorprende que es aquello que lo diferencia de nuestro mundo.

El humor, discreto, pero humor al fin y al cabo, acompaña a sus descripciones. Sin duda forma parte de la personalidad de Blasco Ibáñez, pero es también un recurso para tratar las diferencias entre el mundo occidental del que procede y el oriental, amalgamado con elementos de la civilización inglesa, contradictorio y difícil de asimilar para un europeo.
Si Blasco Ibáñez destaca escenas o hechos que hoy pueden parecer triviales es porque sabe que está escribiendo para un público para quien las noticias de la India son tan extrañas como lo serían si se estuviera hablando de marte.

Cuenta Blasco Ibáñez a sus lectores su sorpresa ante la violencia que pueden ejercer los indios sobre sus congéneres y en contraposición el extendido rechazo a matar a un insecto debido a su convicción de que la vida es un bien intocable. Habla de la curiosa tolerancia que existe ante cualquier vaca sagrada que se cruza en el camino en ciudades donde el automóvil debiera ser un signo de modernidad que rompiera con los tabús heredados de otros tiempos. Contempla con una sonrisa el discutible éxito de los ingleses empeñados en llevar la civilización a un pueblo con una civilización propia a la que regresa tan pronto se aleja del entorno colonial y vuelve a su barrio o entra en su casa.

El curso del viaje por la India da pie al autor a hablar de numerosos temas. Temas de los que se ha informado y en los que, sin entrar en profundidades, tampoco es tan ligero como para resultar superficial. Se refiere a asuntos tan dispares como el de los matrimonios entre niños, el vestido de mujeres y de hombres, los encantadores de serpientes,  los dioses y las sorprendentes formas de devoción de la población, la cremación de los difuntos, las grandes ciudades y la vida en ellas, los cristianos de Goa y los musulmanes de Delhi...

En esta mirada sobre la India, Blasco Ibáñez consigue ofrecernos un relato lleno de interés, un relato que se lee de corrido y en el que se reconoce a un país que ha cambiado con los años pero sigue fiel a sus raíces. Asomándose a esa India colonial el lector se acercará a una cultura que perdura y sigue, todavía hoy, tan viva como en el pasado y se dará cuenta de que mucho de lo que encontramos en la India de nuestros días es el fruto de unas semillas que estaban plantadas ya en los tiempos de los que el autor nos trae noticias en este singular libro.

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viernes, 29 de mayo de 2015

El huérfano

El huérfano

Adam Johnson
Seix Barral, 2014
616 pp

Para divertirse un rato, El huérfano cumplirá su papel en la categoría de literatura relajante, de lectura rápida y como una manera de aproximarse a Corea del Norte tan entretenida como fantasiosa.



Adam Johnson
Seix Barral, 2014
616 pp





Arropada por un premio Pulitzer nos llega esta novela que promete emoción y la posibilidad de descubrir algo nuevo porque su trama transcurre nada menos que en Corea del Norte. Relatos sobre la Corea al norte del paralelo 38 habían llegado con un sabor de documental o con un sabor de denuncia. Pero novela, pura novela de ficción, resulta una novedad y por ello, también, una explicación del gozo con el que ha sido recibida El huérfano.

Lo de Corea -del Norte, se entiende- tiene el aliciente de lo incomprensible. Millones de personas dominadas como si fueran miembros de una secta, con la voluntad secuestrada y los sentimientos polarizados por una extraña energía hacia un Olimpo donde reinan, por este orden, el Presidente Eterno, el Querido Líder y el Líder Supremo resulta cuando menos una rareza que despierta a partes iguales incredulidad y temor. De ahí que cualquier perspectiva que ayude a penetrar en el misterio del país más cerrado del mundo es bien venida y vista con especial interés.

El huérfano, en su condición de novela, se beneficia de no estar limitada por los cánones de los discursos del análisis social o de la literatura de denuncia. Es libre de fabular dentro de ese oscuro caldo que es Corea y de crear una historia cuyo desarrollo pone de relieve,  mirando en mil y una direcciones, cómo es el país.

La propuesta es, pues, interesante y el argumento es perfecto para mantener entretenido al lector. Todas las negruras del régimen dictatorial se ponen en juego para crear el retrato de un mundo de pesadilla donde no hay más objetivo que la obediencia a unas órdenes perversas cuyos fines son tan oscuros como los medios empleados para conseguirlos.  Un joven, crecido en un orfanato y entrenado para la guerra en la más completa oscuridad es reclutado para realizar misiones secretas, a cada cual más dura y sacrificada y más inconfesable también.

¿Y cuál es el problema? Pues, depende. Si lo que se espera del libro es encontrar una novela de aventuras con sus dosis de suspense y de emoción en un entorno desconocido donde además todo es posible de puro absurdo, El huérfano cumple a la perfección su cometido. Pero si lo que se espera es un poco de luz sobre Corea y un poco de sensación de realidad, es probable que pensemos que nos hemos equivocado de libro, que el autor se ha pasado de la raya.

Por absurdo que sea el régimen de Corea del Norte, nadie puede pensar que es el resultado de una improvisación  o de una secuencia de chapuzas encadenadas una a la otra. Ni se construye una bomba atómica a base de alambres y cordeles ni se levanta un régimen que parece no tener fisuras a base de cuatro aficionados sin recursos y sin horizontes claros. Y ahí es donde el lector se encontrará y deberá decidir si le importa o no le importa esa licencia que se toma el autor de presentar una Corea rematadamente malvada, hecha con decorados de cartón piedra.

El huérfano no trata de bombas nucleares, ni de la ideología del régimen porque no es ese su objetivo. Pero en su deseo de buscar la aventura y un poco de adrenalina, ese contexto que hace de Corea algo realmente singular y convierte en misterioso todo lo que ocurre en el país, se difumina. En el libro del que estamos hablando, no se percibe la huella de una maquinaria ciega que mueve, bien o mal, los hilos de un país entero. Todo está contado en clave individual, todo parece obra de unos marginados dedicados a sus maquinaciones. Las complicadas acciones secretas encargadas a nuestro hombre resultan, fuera de cualquier contexto, simple fantasía, todo improvisación y chapuzas mayúsculas. Los enfrentamientos con el enemigo son, de puro disparatados, inverosímiles y maldad del régimen aparece tan ingenua como la de las películas mudas donde la caricatura ocupaba el espacio de la realidad.

Para divertirse un rato, tomando prestado el espantajo de Corea del Norte, lo mismo que a los niños se les asusta con el hombre del saco, El huérfano cumplirá su papel como literatura relajante, de lectura rápida y con el aliciente de averiguar qué va a pasar en la siguiente página. Como una manera de aproximarse a Corea del Norte y comprender mejor que es lo que se cuece en el país, el lector encontrará en otros libros noticias más ajustadas e informaciones con un contenido menos delirante para satisfacer su interés.

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jueves, 21 de mayo de 2015

Déjame en paz

Déjame en paz

Murong Xuecun
Kailas, 2014
272 pp.

Los que quieran asomarse al patio de vecinos y no les importe escuchar más de una ordinariez, tendrán ocasión de contemplar una China que quizás intuían pero que muy probablemente les quedaba aún por descubrir.


Murong Xuecun
Kailas, 2014
272 pp.






No es como Torrente porque en China la cultura es antigua y a todas luces más refinada que la nuestra y aseguran además que Confucio vela todavía por mantener los valores básicos de la vida. Sea eso o que el extraño régimen de Pekín no está todavía para creaciones literarias demasiado inconvenientes, el caso es que Déjame en paz tiene algo que se parece a nuestra película más taquillera aunque su vuelo sea un poco más bajo -quiero decir un poco menos estridente.

Queda advertido el lector, con todos los matices, del tono del libro y también de su interés. Entendámonos, superado el primer sofoco, el espectador debe reconocer que Torrente es un reflejo de España. Un reflejo casposo y exagerado, pero un reflejo al fin y al cabo cuyos excesos acentúan una realidad con la que nos habíamos acostumbrado y de cuya brutalidad habíamos dejado de darnos cuenta.

Déjame en paz sigue el mismo camino porque refleja una realidad de China que después de tanto análisis y de tanta noticia en el periódico hemos empezado a interiorizar y a considerar que es lo que es. China es así. Pues bien, es así pero aquí nos la cuentan al detalle y sin sonrojo, con un desparpajo y una falta de contención que no puede más que asombrar y que despertar en el lector alguna risa.

Nada como prescindir desde la primera línea de toda referencia moral, para colocar el relato en un nivel de ficción que permite a la trama discurrir por los senderos más caprichosos y desmelenados. Nada como decretar que hay barra libre, para que todo sea posible y para que la realidad se convierta en un disparate. Murong Xuecun, el autor de la novela, no es un comediante. Es un disidente, condición que en China tampoco debe ser tan difícil de conseguir si se propone uno hablar sin pelos en la lengua. Y las chanzas y bromas que se suceden en Déjame en paz son el recurso para mostrar un país en pleno desafuero donde nadie, o mejor, donde unos cuantos que seguramente son muchos medran y hacen su vida en la mayor impunidad y sin la menor vergüenza.

El sexo acompaña la acción de la novela sin que nadie se corte lo más mínimo como una parodia del éxito y de la necesidad de exprimir el momento para sacarle todo el jugo como sea. En el todo vale, nada es grave porque todo se mezcla en ese nivel aceptable de los comportamientos pícaros donde quien más quien menos debe colocarse si quiere prosperar.

Por supuesto, el sexo y sus devaneos son el lado divertido del relato. Pero lo demás, el funcionamiento de la sociedad, de la policía y la corrupción que lo envuelve todo resultan igualmente divertidos, porque sin contención moral de ninguna clase, todo se convierte en el juego de quién es el más listo y acaba por llevarse el gato al agua.

Entre disparate y disparate, da la impresión de que la corrupción es el auténtico cáncer que corroe el país. El que ha anidado en las generaciones jóvenes que han vivido en un mundo muy distinto del que vivieron sus padres. Padres que no entienden y que sufren y que son, entre otros,  la sombra que permite a Murong Xuecun sazonar con sabor amargo el pretendido éxito de tanto desenfreno. La loca juventud se carga de lados oscuros que acaban por hacerse presentes en el relato. El jolgorio se acompaña también de las facturas que en plena marcha nadie pensó que habría un día que pagar. Y asoma, en algún lugar de la conciencia un anticipo de ese mensaje Game Over que da fin a la loca aventura de los videojuegos.

Déjame en paz es una caricatura sobre la sociedad China lanzada al enriquecimiento y es una novela indudablemente divertida. Si es uno partidario de relacionarse solo con cosas políticamente correctas debería ahorrarse la lectura. Pero si quiere asomarse al patio de vecinos y no le importa escuchar más de una ordinariez, tendrá ocasión de contemplar una China que quizás intuía pero que muy probablemente le quedaba aún por descubrir.

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jueves, 7 de mayo de 2015

Viajeros lejanos

Viajeros lejanos

Antonio Picazo
Ediciones del Viento, 2015
265 pp.

Antonio Picazo nos sorprende esta vez con una edición especialmente cuidada de un libro en el que habla menos de los viajes que de los viajeros que los llevaron a cabo.



Antonio Picazo
Ediciones del Viento, 2015
265 pp.






Antonio Picazo nos tiene acostumbrados a un goteo lento pero regular y estimulante de libros, lo mismo que a sucesivas llamadas de atención sobre nuevos focos de interés.

Esta vez, nos habla menos de viajes que de viajeros, y nos sorprende con una edición especialmente cuidada, desde el papel, a las tintas y a las imágenes, que nos avisa que estamos ante un libro distinto. Un libro de sensibilidad especial, hecho para sentarse en un sillón y disfrutar con él resiguiendo la historia de quienes se atrevieron a perderse por estos mundos de dios cuando los caminos poco o nada conocidos y las incertidumbres del viaje grandes.

Con Picazo regresamos en alguna medida al viaje romántico, al de los grandes esforzados, al de la pasión y la necesidad que alimentan el impulso de seguir dando pasos más y más allá. ¿Pero he dicho romántico? El viajero, a menudo, tiene mucho de romántico, pero Picazo como buen descreído se guía más por los hechos y por su propio criterio que por las emociones y se apoya en una visión aguda y a veces irónica que resultan la sal y la pimienta de todo lo que cuenta.

El 'antiprólogo' con que encabeza el libro es un aviso de que el autor se va a mover con libertad a lo largo del libro y de sus historias, eludiendo las restricciones que suelen impedir expresarse a las anchas y sin cortes . Y es un aviso también al lector de que hallará en el libro flexibilidad y cintura, sobre un fondo distendido, sin mojigatería, además de un relato todo el tiempo interesante, rebosante de información de la que sin duda va a aprender.

Viajeros lejanos recoge algo de la vida -porque la vida entera hubiera sido imposible- de sesenta viajeros de todos los tiempos y pelajes. Son microbiografías excelentemente compuestas que sitúan al personaje en el contexto histórico que le toco vivir, proyecta luz sobre la motivación de su aventura y cuenta las particularidades que hacen única a la persona y a las hazañas en las que ha fijado su atención.

En realidad, estas pequeñas biografías se publicaron una a una y a lo largo del tiempo en la revista Altair como una secuencia de artículos destinados a poner luz sobre la historia del viaje y de los viajeros. Pero ahora las ha recogido el autor en un solo volumen, las ha homogeneizado y en alguna manera reescrito. Y el resultado no puede ser mejor.

"He propuesto un viaje con muchos y buenos viajeros -nos dice Antonio Picazo-. Caminando con tan excelente comitiva, quien quiera acompañarla podrá tener una idea de cómo viajaban los clásicos, e incluso algunos contemporáneos, y hasta dónde de lejos se puede llegar con ánimo, que este libro es un catálogo de emociones, una feria de vanidades, una asamblea de ambiciones y, claro, una galería de generosidades; así de a chorros fluye la verdadera pasión de vivir."  Y de viajar, y también de saciar la curiosidad de conocer cómo es el mundo, podríamos añadir nosotros.

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viernes, 24 de abril de 2015

Noticias de Berlín. Crónicas de Alemania antes y después de la caída del Muro

Noticias de Berlín

Cees Nooteboom
Siruela, 2014
392 pp.

Cees Nooteboom le pide al lector que se deje llevar, a través de disgresiones variadas, por los rincones más diversos del paisaje alemán y a cambio le ofrecerá la sensación de haberse aproximado un poco mejor al alma de Alemania, si es que eso del alma de los países existe de verdad.


Cees Nooteboom
Siruela, 2014
392 pp.





Cees Nooteboom les ha dedicado a Alemania y a Berlín un buen número de años de su vida. Los suficientes para conocer bien el país y para haberse familiarizado con esa ciudad mítica que es su capital. Como periodista, como conferenciante, como escritor Ces Nooteboom pasó, durante años, largos períodos en Alemania y asistió a situaciones entonces tan dramáticas como el sofocante encierro en el interior del muro que cercaba la capital y la aislaba del resto del mundo. Y vivió también experiencias tan extraordinarias como la inesperada caída de este mismo muro que abría las puertas a un tiempo totalmente nuevo.

Estamos en el corazón de Europa y hablamos de acontecimientos que forman parte de la historia reciente y que siguen vivos todavía. Las noticias de Berlín que anuncia el título que nos trae Nooteboom van a refrescarnos la memoria y a poner en contexto hechos que, vividos en el momento, eran difíciles de abarcar con la suficiente perspectiva. Y van a poner en contexto también la cascada de artículos, documentales y demás referencias que, con motivo del cincuenta aniversario de la caída del Muro, han ocupado un espacio preferente en los medios de comunicación.

El relato que hace Cees Nooteboom es casi un diario. Es el recuento de lo que pasa en Berlín contado mes a mes, con la perspectiva del momento y con la extraña sensación de absurdo de estar en un país sobre el que pesa un pasado reciente y traumático como es el nazismo y un presente tenso y abrumador como es la partición que no solo es geográfica y política sino y sobre todo humana. Humana porque separa a familias, pero también porque cercena al individuo parte de sus raíces y lo introduce en una atmósfera de desasosiego abrumador.

La Alemania de hoy, poderosa y próspera, mantiene en su recuerdo el desconcierto de un país desencajado. "¿Cómo se vive en Berlín?" se interroga el autor cuando reflexiona sobre este país que para el resto del mundo es el milagro alemán y responde: "Es una buena pregunta, pero a menudo no se qué contestar.  'Se está'  me gustaría responder."

Como en el relato de cualquier expedicionario, la opinión que transmite al lector Cees Nooteboom  no es la de la población que estudia y que lo acoge. Es la visión de un extranjero que está sobre el terreno pero mira desde la distancia. Es la visión condicionada también por los horrores del nazismo -no en vano los sufrió Holanda, su país- pero sobre todo afectada por un poso cultural que afila su sensibilidad y lo mantiene alerta a los acontecimientos y a las sensaciones.
Sensación de encierro, sensación de incertidumbre, sensación de pérdida cuando se mira al pasado, sensaciones de desconfianza y de desconcierto...

Cees Nooteboom bucea en la historia de Alemania y de Europa y rescata, para entenderla a personajes que hemos olvidado ya o que conocíamos mal. Habla de Rosa Luxemburgo, de los protagonistas de la revolución socialista que acabó en la Alemania de Weimar, a Adorno, a Max Ernst y también a San Agustin, a Plotino, a Bergson, a Averroes, a Goethe y a Madame de Stael.

Las noticias que trae Cees Nooteboom de esa época de plomo están llenas de matices y todos los nombres que aparecen en ellas no son más que ángulos que permiten definir el perfil de una ciudad compleja. Compleja y brutal al mismo tiempo, tal y como muestra el ubicuo Muro y la parafernalia trivial que acompaña la vida oficial de la Alemania del Este. Desde el paso de la frontera con colas de transeúntes frente a funcionarios desabridos hasta los actos protocolarios de las autoridades más encumbradas, todo se desenvuelve en el límite entre la realidad y la ficción porque todo es artificial y forzado.

¿Qué es Alemania? Es casi un azar si se escucha lo que Nooteboom ha visto desde su atalaya en Berlín. Nada hace pensar en la reunificación y no son pocos los que desean evitarla. Los alemanes del este ya no son hermanos para muchos de los del oeste, cargan con el estigma de los pobres y con la imagen amenazadora del emigrante al que habrá que mantener. Cargan para muchos con el contagio de lo eslavo o de lo sajón que no interesa ya a una sociedad que ha virado hacia occidente. Y pueden resucitar  las aspiraciones de una Gran Alemania que para los que ahora viven en el lado occidental fue el peor de los herrores: una hecatombe.

Brutalidad y sorpresa inimaginable transmite Cees Nooteboom cuando en cuestión de días se abren las puertas del Muro y los hombres armados de uno y otro lado asisten incrédulos al fin de una época y a la marea de berlineses exultantes cruzando de un lado a otro.

Noticias de Berlín es un libro de gestación larga. Desde principios de 1989 el autor ha ido acumulando en él impresiones y opiniones hasta llegar a 2012, cuando un Berlín dinámico, joven y en constante cambio no se reconoce ya en aquel otro, apesadumbrado y tenso, que ocupaba el horizonte entero del libro en sus páginas iniciales. Noticias sobre Berlín requiere una lectura pausada y atenta, pide al lector que se deje llevar, a través de disgresiones variadas, por los rincones más diversos del paisaje alemán y a cambio, dejará, a este mismo lector, la sensación de haberse aproximado un poco mejor al alma de Alemania, si es que eso del alma de los países existe de verdad.

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viernes, 17 de abril de 2015

Underground

Underground

Haruki Murakami
Tusquets, 2014
560 pp

¿El atentado del metro de Tokio fue un caso tan imprevisible como irrepetible o la sociedad japonesa conserva en su interior el germen que podría dar lugar a otro caso semejante? Esta es la pregunta que nos deja Murakami tras su radiografía de Japón en Underground.



Haruki Murakami
Tusquets, 2014
560 pp





Las circunstancias extremas difícilmente reflejan la realidad de un país. Pero hay que reconocer que ponen de relieve muchos rasgos que en situaciones normales pasarían desapercibidos y que constituyen componentes importantes de su carácter y de su identidad.

Esta advertencia tiene sentido cuando hablamos de Underground, el libro que Murakami dedicó al tremendo atentado que se produjo en el metro de Tokio con gas sarín y que representó un trauma para el país entero, además de para aquellas personas que se vieron afectadas directamente por el suceso.

En 1985, por la mañana, en un día soleado, un pequeño grupo de personas adeptas a la secta Aum, en una operación coordinada, liberaron en varias unidades del metro un gas extremadamente venenoso que afectó a quienes en estos momentos se dirigían a sus trabajos y a los empleados que sin saber lo que estaba ocurriendo se pusieron en contacto con el gas.

Muertos y heridos en mayor o menor grado fueron atendidos en medio de una importante confusión ante un hecho tan inesperado como insólito frente al cual no había experiencia anterior.

Murakami, que también había dedicado su atención al terremoto de Kobe, cambia esta vez su mirada y abandona la ficción para centrarse en la más estricta realidad. Quiere entender qué ha pasado, cómo pudo ocurrir y qué secuelas ha dejado en quienes vivieron el atentado de cerca. Casí podría decirse que se convierte en notario en su afán de ajustarse a la realidad y de no contaminarla con opiniones propias y con juicios ajenos. Murakami escucha y toma nota. Poco más.

Con la apariencia de ser un trabajo simple, el bucear en la tragedia resulta complejo y delicado al mismo tiempo. No es fácil que todo el mundo quiera hablar ni que todos deseen o estén en condiciones de contar la verdad. Algunas personas están gravemente traumatizadas y simplemente quieren enterrar cualquier recuerdo que las haga regresar a aquel día negro. Otras, sienten miedo de ser objeto de un nuevo ataque y declinan colaborar en la investigación. Otras, por fin, son poco fiables y Murakami quiere hacer una selección de personas que le permitan trabajar con rigor.

¿Y cuál es el resultado? El resultado es un extenso abanico de entrevistas a gente normal enfrentada a una situación absolutamente excepcional que se ha colado de repente en sus vidas y que las ha desplazado de su cotidianidad de forma violenta y las ha herido profundamente.

Que se trate de gente normal es lo más llamativo y lo más revelador. En la conversación con Murakami hablan de sus vidas y de sus reacciones inmediatas ante lo imprevisto. Y hablan también de quienes en la calle, sin comprender nada de la catástrofe, pasan de largo sin prestar atención a los heridos por la inhalación del gas. Hablan de su compromiso con el trabajo, del sentido de responsabilidad, de la fidelidad hacia sus compañeros, del modo como han digerido su papel de víctimas y la existencia de culpables plenamente identificados.

Pero no sólo hablan las víctimas. Habla también un experto en el tratamiento de los efectos sobre la mente de los traumas severos que anidan en quienes han sufrido experiencias negativas de intensidad excepcional que ni su cerebro y su cultura están preparados para digerir.

Y sobre todo hablan algunos exadeptos de la secta Aum cuyos dirigentes promovieron el atentado. De nuevo, se trata de gente normal, con inclinaciones religiosas o místicas, pero siempre personas aparentemente integradas en la sociedad, con trabajos, carreras universitarias y familias perfectamente estructuradas. Para muchas de ellas, el Japón de la burbuja económica, del enriquecimiento rápido, de la locura del consumo y de la hiperactividad fue el elemento desestabilizador que les hizo buscar en el mundo del espíritu un espacio de recuperación de los valores morales y de la paz que la cultura tradicional había transmitido hasta las generaciones recientes. Para otras, el mantra de la obediencia -de esa obediencia que había supuesto para padres y abuelos un empleo o una posición social para toda la vida- resultaba una liberación. Para otras, en fin, la responsabilidad en el ejercicio de un cargo dentro de la secta resultaba una obligación que era difícil traicionar.

Un Japón al borde del abismo es el objetivo que se propone reseñar Murakami y del que trata de extraer lecciones en el capítulo final del libro, cuando sus interlocutores han apagado sus voces. ¿El atentado del metro de Tokio fue un caso tan imprevisible como irrepetible o la sociedad japonesa conserva en su interior el germen que podría dar lugar a otro caso semejante, probablemente esta vez sin gas sarín? La respuesta no es contundente, se mueve en términos de una reflexión y unas hipótesis, pero el lector habrá aprendido entre tanto a leer entre líneas muchos aspectos que desconocía del alma de los japoneses y de una sociedad que se debate entre los extremos de la tradición del pasado y de la más rabiosa modernidad.

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