jueves, 15 de septiembre de 2016

La forma de las ruinas

La forma de las ruinas

Juan Gabriel Vásquez
Alfaguara, 2016
553 pp.

En "La forma de las ruinas" Juan Gabriel Vásquez bucea en el lado oscuro de Colombia a través de una novela que confunde al lector que no sabe si está ante una realidad o una ficción.



Juan Gabriel Vásquez
Alfaguara, 2016
553 pp.





Nada es lo que parece. Y si hablamos de Colombia, cuando la paz con la guerrilla no estaba ni en el horizonte, menos. La historia reciente de Colombia se desarrolla en el desbarajuste. Atentados, mentiras, corrupción, actividades ilícitas, desórdenes... son las piezas que dan forma al rompecabezas que ha compuesto la realidad del país. O que más bien la ha descompuesto. De ahí que la confusión que rodea a los hechos haga de Colombia un país todavía menos claro de lo que en la superficie parece.

Juan Gabriel Vásquez, uno de los escritores colombianos de más éxito, entra en este terreno oscuro de las entrañas de la historia y se sumerge en el mar de las dudas. Dudas y posibilidades, no aclaradas, que afronta quien rasca un poco en los acontecimientos que se sucedieron en el siglo XX y que nos llevan hasta la Colombia de hoy.

Vásquez habla en primera persona y construye, a través del libro, una especie de autobiografía. O mejor, escribe la crónica de unos acontecimientos de los que es testigo y de los que habla en primera persona, como si al hacerlo, al contar los recovecos por los que discurren los hechos y explicar cómo los va desentrañando para sacarlos a la luz, legitimara con mayor fuerza la veracidad del relato. Se diría que Vásquez emprende y se ve envuelto en una aventura detectivesca que lo pone en relación con el pasado y con alguno de sus episodios más oscuros.

El asesinato -totalmente real- de un candidato a la presidencia del gobierno ocurrido en 1948 y la explicación oficial que se da a su muerte sirve para tirar de un hilo que es en realidad una colección de cabos sueltos de donde nacen toda clase de sospechas. Sospechas que por otros caminos adquieren tintes de realidad y que quedan sepultadas por quién sabe qué intereses ocultos.

El detalle de la narración, los hechos ocurridos hace tiempo y los que ocurren ahora para dar argumentos y pistas al autor sobre los que construir su relato y la gravedad de sus descubrimientos llevan al lector a dudar de si la misma mentira que rodea la política de Colombia no flota también sobre el libro. La teoría de la conspiración que ha servido para construir la Colombia actual hace preguntarse al lector sobre la objetividad de lo que nos cuenta Vásquez y le hace dudar de si esta autobiografía no será un juego.

Pero Colombia no es un país fácil. Han ocurrido demasiadas cosas como para descartar que haya habido conspiraciones numerosas y que la conspiración no haya sido un método sistemático que ha condicionado la conducta del poder en el país, lo mismo que las mafias o los cárteles lo han hecho en otros lugares. El inmenso poder del narcotráfico, la opacidad que ha rodeado al ejército, la cotidianidad de los secuestros durante mucho tiempo, la impunidad general que ha ocultado tantos y tantos delitos da alas al relato de Vásquez, que duda él mismo de si lo que ve y lo que le cuentan ha ocurrido de verdad o es el resultado de alguna obsesión.

A punto de terminar el texto, Vásquez reconoce. "No sé cuándo comencé a darme cuenta de que el pasado de mi país me resultaba incomprensible y oscuro, un verdadero terreno de tinieblas, ni puedo recordar el momento preciso en que todo aquello que yo había creído tan confiable y predecible se empezó a convertir en un lugar de sombras(....) Todo esto que yo creía tan claro (...) resulta ahora lleno de dobleces y de intenciones ocultas , como un amigo que nos traiciona".

Colombia parece abrir el cofre de sus secretos de la mano de Vásquez, a lo largo de un intrigante relato que encadena hechos reales de los que existe abundante documentación con agujeros negros que dan pie a múltiples suposiciones. Agujeros negros que son de suma importancia porque, como el lector confirma al final, resultan los huecos por los que entra en escena el novelista para deslizar elementos de ficción que descubren que no todo lo contado era cierto y que hemos estado en realidad ante una excelente novela.

Vásquez al final lo deja claro para declinar cualquier responsabilidad que pudiera nacer de la duda. La forma de las ruinas es una obra de ficción. Los personajes, incidentes, documentos y episodios de la realidad, presente o pasada, se usan aquí de forma novelada y con las libertades propias de la imaginación literaria. El lector que quiera encontrar en este libro coincidencias con la vida real lo hará bajo su propia responsabilidad". No se puede ser más claro, a menos que el lector se haya apuntado él también a la teoría de la conspiración y entienda que la aclaración del autor no es otra cosa más que una cortina de humo.

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viernes, 2 de septiembre de 2016

Grecia en el aire. Herencias y desafíos de la antigua democracia ateniense vistos desde la Atenas actual

Grecia en el aire

Pedro Olalla
Acantilado 2015
200 pp.

'Grecia en el aire' es un viaje hacia atrás y hacia adelante en el tiempo, basado en el más genial de los acontecimientos: la invención de la democracia en Atenas.


Pedro Olalla
Acantilado 2015
200 pp.






¿Puede un libro político ser poético? ¿Puede una mirada que aspira a ser combatiente ser al mismo tiempo fuente de sosiego y expresarse en el tono más sereno?

La respuesta debiera ser que no, a menos que quien toma la palabra lo haga desde la lejanía, desde tanto tiempo atrás que no es la vejez sino la antigüedad la que se expresa con sabiduría, con tanta profundidad que es el fondo de nuestra cultura la que se manifiesta, son las raíces de las que venimos las que se apoderan del discurso y las que nos llevan a mirar con sus ojos el presente.

'Este libro fue escrito en Atenas -nos dice el autor- entre 2010 y 2014, mientras toda Grecia se derrumbaba. Las ideas que en él se recogen han surgido de los hechos, del contacto consciente con la ciudad antigua y nueva, de la vivencia cotidiana del abuso, la mentira, la pasividad, la impotencia y la injusticia'.

Hablamos de esta Grecia nueva que sin darnos cuenta se ha convertido en un fracaso. De la Grecia de hoy. Pero no es a la actualidad a lo que el autor va a referirse. Es al pasado para dejar que hable y para llevar al lector a lo que fue este mismo mundo que hoy parece arruinado y sin esperanza y que sin embargo construyó los cimientos de nuestra personalidad como europeos en un ejercicio de creatividad y sabiduría que sigue siendo una lección para los hombres de hoy.

Pedro Olalla, que nos dejó una 'Historia menor de Grecia' excelente y entretenidísima, es un extraordinario conocedor del mundo griego y, sin duda, un enamorado de él. Es consciente de la enorme deuda que tiene el mundo actual con el mundo griego por tantos y tantos conceptos básicos que hemos heredado de él y que articulan el entramado de principios que hoy nos guían. El amor al hombre como individuo objeto de respeto, el amor a su libertad, a sus derechos, al principio de la justicia, a la importancia de la palabra, a la honradez, al deber hacia el resto de los ciudadanos, a la ley y también a la política -sí a la política como noble ejercicio para contribuir a un gobierno justo y beneficioso para la ciudadanía- están en el relato de Olalla justamente reconocidos y sobre todo valorados frente a la devaluación a la que hoy han sido sometidos en las que, en teoría, son las democracias más avanzadas.

Porque lo que nos cuenta Olalla en su libro, escrito en pequeños capítulos, es justamente el nacimiento de la democracia en Atenas. Un nacimiento al que asistimos en calidad de lectores a base de un paseo que nos propone Olalla por la ciudad y que nos lleva a los mismos lugares donde, unos siglos antes a que arrancara nuestra era, nacieron y se desarrollaron, en medio de dificultades y de destellos de genialidad, los conceptos que iban a dar lugar a una sucesión de gobiernos democráticos como no los había habido nunca en el mundo.

Tan lejos estamos hoy de esa democracia primigenia -la podríamos llamar pura-, de ese descubrimiento que surge por primera vez y que da a luz a una nueva forma de gobierno y de relación entre la gente, que hay que hacer un esfuerzo para seguir el relato de Olalla y entender lo evidente, aquello que ha alimentado a nuestra cultura y sobre lo que se sostienen nuestras ideas.

Pero he dicho evidente y el autor nos aclara que no lo es. Que se trata de un gran paso adelante resultado del genio extraordinario de los griegos y de una audacia intelectual que permitió revolucionar la política de un modo que nadie había conseguido antes. En realidad, y lo dice el subtítulo del libro, Olalla juega a la contra. Y lo hace inteligentemente. No habla de la Grecia actual. Habla de la Grecia clásica y del enorme peso de sus hallazgos. Y nos muestra esta Grecia antigua, con el preciso detalle y al ritmo que nos va a permitir entenderla, para que la descubramos desde nuestro mundo de hoy, consciente de que a habíamos olvidado. Olalla nos abre los ojos para que regresemos sobre lo que ya sabíamos. Y al hacerlo no hace también responsables de proteger y recordar esa acumulación de conocimientos y de 'virtud' que quienes nos precedieron nos legaron.

En realidad, quien más va a pensar en la Grecia de hoy es el lector enfrentado a los principios que Olalla le recuerda y le desmenuza para que recuperen todo su sentido. Para que volvamos a conectar con esa sabiduría de los griegos que en definitiva es la nuestra y de la que nos habíamos desentendido.

Grecia en el aire es un viaje en el doble sentido, hacia atrás y hacia adelante en el tiempo y es también en lo cultural un viaje desde la Atenas original hasta lo que hoy llamamos Occidente. Aleccionador, poético y extraordinariamente interesante es este libro que nos ofrece Pedro Olalla y que no debiera dejarse de lado.

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